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Día Mundial del Medio Ambiente: Hay margen para la esperanza
Sáb, 05/06/2021
Como todos los años, desde 1974, el 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente. Sin embargo, durante estos últimos 47 años se han producido cambios significativos, acelerados por una serie de problemas ambientales y sanitarios, que nos llevan a celebrar esta fecha de una manera muy distinta a la que lo se hacía con anterioridad.
Por Adolfo Núñez Sarompas, profesor del Máster Universitario en Energías Renovables y Eficiencia Energética
Si bien en las primeras décadas de existencia del evento, este se centraba en una política de conservación de los ecosistemas y especies, en la actualidad nos encontramos en un cambio de paradigma donde hemos pasado de la conservación a la acción.
En estos momentos no es posible pensar tan solo en conservar lo que tenemos, sino que hay que actuar de manera proactiva para lograr retrotraer la situación actual a parámetros que nos aseguren una sostenibilidad global.
Y es que esta última palabra, “global”, es la clave de todo. Los cambios que se han producido en los últimos años han hecho que la economía haya superado las barreras nacionales y continentales para formar parte de un sistema económico mundial.
Por ello muchos de los productos que consumimos se fabrican o se cultivan a veces en la parte opuesta del planeta en la que nosotros vivimos. Esta globalización de la economía ha hecho que los problemas ambientales derivados del desarrollo superen también el ámbito local para adquirir un carácter mundial.
Aunque existen problemas como las emisiones de partículas o de óxidos de nitrógeno cuyos efectos se observan directamente en las áreas donde se generan, otras emisiones como el caso del dióxido de carbono, afectan a todo el planeta independientemente de que se produzcan al lado de nuestra casa o a diez mil kilómetros de distancia de ella.
Debemos ser conscientes de esta globalidad y de que problemas como es el caso del cambio climático no solo llevarían asociadas unas circunstancias ambientales adversas en las tendríamos que vivir, sino que además daría lugar a cambios sociales y culturales más que significativos.
No debemos olvidar que eventos como el colapso del final de la edad de bronce o la caída del imperio romano, los cuales llevaron a la caída de civilizaciones, estuvieron asociados a cambios climáticos significativos de tipo global.
Sin embargo, a pesar de que la situación actual podría llevarnos a ser pesimistas, nos encontramos por primera vez con la conjunción de una serie de factores que nos pueden permitir un cierto optimismo.
El factor más significativo es que se ha conseguido una concienciación mayoritaria a nivel mundial sobre la importancia de nuestro impacto sobre el clima y el medio ambiente.
Así mismo los gobiernos y las administraciones están creando un marco normativo para el desarrollo de políticas ambientales adecuadas. Motivo por el cual las empresas e inversores están encontrando un mercado atractivo hacia el que dirigir sus estrategias de negocio.
Además, contamos ya con distintas tecnologías en diferente grado de desarrollo que nos pueden permitir alcanzar los objetivos establecidos en lo referente a la protección del medioambiente.
Pero quizás el hecho más preocupante sea que la elección de las tecnologías que nos lleven a la denominada economía libre de carbono, no se haga de una manera correcta y libre de prejuicios.
Se debe tener en cuenta que, aunque no lo parezca, ninguna tecnología ni presente ni futura carece de problemas ambientales asociados a la misma. No sería la primera vez que una elección de una opción tecnológica única, por motivos políticos o de oportunidad, termina generando significativos problemas.
Es por ello que el papel de los técnicos es y será esencial a la hora de asesorar a la sociedad en el camino a seguir. Esto hace que mas que nunca sea necesario contar con técnicos con una formación adecuada, de calidad y sobre todo actualizada.