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Verifican, por primera vez en Europa, que casi el 16% de los niños presenta un trastorno del procesamiento sensorial
Mar, 23/11/2021
Un estudio liderado por el profesor del Grado en Psicología de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, Adrián Galiana, y la terapeuta ocupacional y psicóloga María Vela, han permitido verificar, por primera vez en un país de la Unión Europea, la prevalencia del trastorno de procesamiento sensorial, que solo en la provincia de Ciudad Real, donde se ha llevado a cabo, alcanza casi el 16% de los niños de ambos sexos.
El Trastorno del Procesamiento Sensorial (TPS) tiene que ver con el modo en el que el cerebro procesa la información que recibe de los cinco sentidos, esto es, el gusto, el tacto, el olfato, la vista y el oído. En otras palabras, es cuando el cerebro procesa la información que recibe de ellos de una manera diferente, lo que se traduce, en buena parte de los casos, en una hipersensibilidad en algunos de los sentidos descritos.
El pasado 20 de octubre de 2021 fue publicado un estudio titulado “Prevalencia de la disfunción en el procesamiento sensorial y propuesta de clasificación basada en la severidad de los síntomas. Un estudio exploratorio con implicaciones neuropsicológicas”, en la revista científica internacional “Applied Neuropsychology Child”, del Colegio Oficial de Neuropsicología de los Estados Unidos.
El estudio, desarrollado por completo en la provincia de Ciudad Real, en un esfuerzo científico que reunió en colaboración a investigadores de los Hospitales Generales Universitarios de Albacete y Ciudad Real, el centro asistencial Conecta Clínica y las facultades de ciencias de la salud de las universidades UCLM y UDIMA, estima que la prevalencia o frecuencia de casos con trastornos del procesamiento sensorial se sitúa en el 15,9%. Estos resultados, en la línea de datos obtenidos en otros países como Israel o Estados Unidos, proporcionan información sobre el trastorno por primera vez en un país europeo.
El trabajo, liderado por la terapeuta ocupacional y psicóloga, actual presidenta de la Asociación Española de Terapeutas Ocupacionales Especializados en Integración Sensorial (AEIS), María Vela, y por el doctor en biomedicina y neuropsicólogo, Adrián Galiana, profesor universitario del área de Psicobiología de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, valora una posible asociación entre el procesamiento disfuncional de la información sensorial con la alteración en funciones neuropsicológicas relacionadas con los lóbulos cerebrales, frontal y parietal, que estarían más afectadas en los casos comórbidos (los que presentan, además de alteración en el procesamiento sensorial, un trastorno del neurodesarrollo).
Muchos niños en edad escolar presentan dificultades académicas, sociales y del comportamiento, que, en ocasiones, no tienen relación con un problema de origen médico o del ámbito psicológico-emocional. Entre los muchos factores que pueden estar detrás de un desempeño escolar no acorde a lo esperado, acompañado de dificultades en otras áreas o actividades de la vida diaria (aseo, vestido, sueño, alimentación, control de esfínteres o juego), pueden encontrarse los trastornos del procesamiento sensorial, también denominados TPS.
Este tipo de problemática está relacionada con un procesamiento disfuncional de la información que procede de los sentidos (o información sensorial) que se acompaña de respuestas no adaptadas y tienen repercusión significativa en la participación y desarrollo del niño.
En otras palabras, el cerebro organiza e interpreta determinada información sensorial como abrumadora o insuficiente, de manera que la respuesta o conducta manifestada no es acorde o coherente a los estímulos sensoriales que la desencadenan y es disfuncional (por ejemplo, con comportamientos extremos de lucha, huida, evitación o exploración y búsqueda permanente de dichos estímulos).
Según los estudios publicados, el TPS es frecuente en población con trastornos del neurodesarrollo (90% de casos en autismo, 63% de casos en TDAH) y aumenta el riesgo de desarrollo de trastornos psicopatológicos en el adolescente y adulto (ansiedad, depresión, TOC, entre otros); sin embargo, también se han descrito casos que manifiestan síntomas TPS no relacionados con otros trastornos, una condición conocida como TPS idiopático o de origen desconocido.
Crece el número de casos
En los últimos años, ha aumentado el número de niños que presentan dificultades de origen sensorial asociadas a lo descrito como TPS. El origen de este trastorno parece ser, según distintos autores, tanto biológico como ambiental: alteración en la conectividad de diferentes áreas cerebrales, hiper e hipo excitabilidad neuronal o alto/bajo umbral de respuesta neuronal frente a determinados estímulos, así como un desarrollo temprano guiado por una baja estimulación sensorial.
Este último es un factor modificable y como tal, fundamental para promover un desarrollo completo en nuestros pequeños. La ausencia de horas de juego activo y su sustitución por elementos tecnológicos, con retos virtuales y poco desafiantes, con componentes pasivos propios de las pantallas de móvil, televisión, tabletas o videojuegos, parece ser clave en este aspecto.
El cerebro en desarrollo es un momento crítico en la formación de la persona, tanto psicológica como fisiológica. La no exposición al mundo real, al movimiento, a la interacción social directa, a las texturas, a los olores, al conflicto interpersonal y su resolución amistosa, configura cerebros no adaptados, y, por tanto, personas con mayor riesgo de desarrollo de dificultades asociadas.
¿Es un problema real?, se preguntan los investigadores. Volviendo a lo concerniente a las alteraciones en el procesamiento sensorial, los estudios publicados a lo largo de los últimos 10 años indican que la frecuencia de este trastorno se sitúa en, alrededor del 5-20% de la población infantil, valores preocupantes, que tienen una tendencia al alza.
Esta tendencia, está probablemente relacionada con los cambios sociales y de hábitos tan bruscos, acentuados por la pandemia y el uso irresponsable, o abuso, de las nuevas tecnologías y la ausencia de estimulación en el mundo real.
En el estudio publicado, promovido por el Colegio Oficial de Terapia Ocupacional de Castilla-La Mancha (COFTO-CLM), los investigadores seleccionaron aleatoriamente varios colegios públicos de la provincia de Ciudad Real y proporcionaron herramientas estandarizadas para la valoración de los principales síntomas TPS, así como otros instrumentos de medida para la detección de patrones de comportamiento, hábitos, rendimiento académico y presencia/ausencia de trastornos relacionados, entre otros aspectos.
La muestra fue clasificada según los resultados, en alteración del procesamiento sensorial severa (15,9%), moderada (10,5%), leve (11,1%) y sin alteración (62,5%), siendo los casos severos, los relacionados con comportamientos desadaptados ligados a menor rendimiento académico. En este grupo, solo el 9,35% de los casos presentaron un problema médico o psicológico que podría explicar la presencia de los síntomas TPS.
Este trabajo, pone de manifiesto la necesidad de informar sobre este tipo de problemáticas a familiares, profesores y profesionales de la salud, de manera que puedan detectar y ayudar en el aula y en el hogar, con efectividad, a aquellos niños en los que predomine la sintomatología TPS en ausencia de otros trastornos y, en el ámbito clínico, también en los casos en que dichos síntomas estén afectando negativamente a personas con un diagnóstico del neurodesarrollo o psicopatológico.
En el contexto de la evaluación y la intervención en dificultades del procesamiento sensorial, juega un papel fundamente el terapeuta ocupacional. Desde la asociación española encargada de acreditar la formación y especialización de estos profesionales, la AEIS, se insiste en la necesidad de incluir al terapeuta ocupacional en los equipos tanto de educación como sanitarios pediátricos, a fin de promover el bienestar y correcto desarrollo de los niños y niñas con sintomatología TPS. Los datos arrojados por el estudio, así lo sugieren igualmente.