La UDIMA reflexiona sobre la universidad como referente en el debate mundial de la sostenibilidad

Mié, 24/04/2024

Con representantes de todas las facultades, la Universidad a Distancia de Madrid, la UDIMA, celebraba las Jornadas Interfacultativas Habitar el presente, sostener el futuro: Universidad y ODS, los días 18 y 19 de abril. Cerca de 30 ponentes de las diferentes áreas de investigación y docencia de la universidad pusieron sus conocimientos al servicio del público general para reflexionar sobre el papel de la universidad ante un preocupante futuro que nos implica a todos. Desarrollar nuevas formas para sensibilizar a la población y lograr que la educación ayude a cumplir con los ODS de la Agenda 2030 es un debate en el que todos debemos participar; está en juego la integridad del medio ambiente, del planeta. Y la universidad ha de jugar un papel clave para lograr un mundo mejor y, sobre todo, duradero.

Por Alberto Orellana | Audiovisual: José Antonio Campos y Carlos David Palacios

No queremos darnos cuenta, pero esta cuestión determinará nuestro futuro, lo que implica que "todos debemos participar con nuestro granito de arena", decía al inicio de las jornadas la presidenta del Grupo Educativo CEF.- UDIMA, Arancha de las Heras. Esta es la razón, señalaba, por la que han participado "investigadores de todas nuestras facultades", con el objetivo mayúsculo de "ayudar a sensibilizar". No es poca cosa y además es responsabilidad de la universidad, proseguía el rector de la UDIMA, Eugenio Lanzadera: "Nos corresponde fomentar no sólo la enseñanza en las aulas, sino también fomentar el debate; aprender cada uno a razonar".

Y aunque los ponentes de las jornadas son expertos que prepararon sus exposiciones para todo el público, no se trataba de enseñanzas regladas, sino que la cita pretendía ser "algo más": sensibilizar a la opinión pública, subrayaba Lanzadera, pues a ella es "a quien nos debemos como universidad". Enseñar a razonar para que, entre todos, en nuestro día a día, podamos aplicar esos 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Hacerlo "de acuerdo a nuestras posibilidades" sí, pero sin dejar "que sean otros" quienes tomen acción en algo tan crítico como la continuidad de nuestra vida (de calidad) en la Tierra.

Actuar para mejorar el panorama medioambiental (tan poco halagüeño) desde la "ilusión y la confianza", apoyándonos en la sociedad, trabajando en equipo, es clave para alcanzar esos objetivos "de desarrollo necesariamente sostenible y en beneficio de todos, de nuestro planeta", insistía el rector de la UDIMA.

Y es que el futuro parece "cada día más incierto", retomaba Marcos Ramos en su calidad de mediador del congreso, pero es precisamente contra ese nubarrón contra el que hemos de luchar. Doctor en educación y coordinador del Equipo de Cooperación y Sostenibilidad de la Facultad de Ciencias de la Salud y la Educación de la UDIMA (responsable de las jornadas) el mensaje de Ramos fue "prestar atención al mundo que nos rodea",. Pero no sólo desde un punto de vista medioambiental, sino también social o cultural. Todo para establecer "un horizonte", una meta que nos motive, "nuestra Ítaca personal", decía.

En definitiva, trasladó el significado último de las jornadas: que sirvan como acicate para pensar "que la vida puede ser mejor"; un futuro posible y deseable desprovisto de la desesperanza típica de las distopías que hoy consumimos en novelas, películas o series. Pues el mundo de dentro de 10 o 15 años "no puede ser la novela de La carretera de McCarthy o la serie Black Mirror", recalcaba. Los problemas que afrontamos son "espinosos", complejos e incluso "en constante cambio", por lo que no tienen una solución unívoca, sino que necesitan de "una mirada interdisciplinar" e igualmente compleja.

Una vida mejor para todos...

El problema es plural y polifacético, y por ello todas las facultades de la UDIMA pusieron todo su buen hacer para demostrar el papel activo de la institución en la promoción del desarrollo sostenible. La cita se estructuró en dos jornadas entorno a cuatro grandes temas y su vínculo con la Agenda 2030: el diagnóstico de los planes de estudio, la formación del docente, la del alumnado, y la investigación. Todas las intervenciones de la primera jornada estuvieron enfocadas al momento presente: qué puede y se está haciendo ya para lograr esa sostenibilidad.

Un concepto muy manido, que Ramos cree que tiene que ver con que la vida "efectivamente podría ser mejor". Un 'mejor', decía, que debe significar "más derechos humanos, mayor justicia social, más democracia, más naturaleza y una mejor convivencia". Pero volvamos a la universidad, pues es el centro.

"¿Qué puede aportar la universidad a los ODS?" se preguntaba en la exposición inicial David Sánchez. El responsable de la Unidad Técnica de Calidad (UTC) de la UDIMA resumía su respuesta (con el Real Decreto 822/2021 en mano) de esta forma: "La universidad que conocemos posee una enorme responsabilidad, no solo como generadora de conocimiento y formadora de profesionales, sino también como agente de cambio positivo y progreso social, como motor de desarrollo sostenible a través de la investigación de la enseñanza y de la colaboración con otros actores sociales".

Poniéndose ya manos a la obra tomó la palabra Cristina Fernández, doctora en Ecología. Con su taller Docentes en acción: Ideas para impulsar la Educación para el Desarrollo Sostenible desde la formación inicial del profesorado. Primero detallando lo que entendemos por sostenibilidad cuando se nos pregunta. Y después asegurándose de que, al menos, lo esencial estaba claro para combatir esa desinformación. Explicó cómo nos afectan los distintos elementos relacionados con la sostenibilidad. Muchos ya los conocemos (agotamiento de recursos, contaminación, emisiones de efecto invernadero, acumulación de residuos), pero otros conceptos quizá nos suenen menos: los límites planetarios, los minerales más extraídos y sus consecuencias, o la biocapacidad de los ecosistemas para regenerarse, entre otros.

La formación del profesorado ante esta especie de "sálvese quien pueda" conceptual atañe por completo a los conocimientos, habilidades, actitudes y valores que tengan los docentes. Y es fundamental que les permitan enseñar a la sociedad a navegar en este mundo "tan complejo", apuntaba. Con ello ofreció una serie de pautas generales para trabajar la formación docente sobre la educación para el desarrollo sostenible "desde cualquier materia": usar un contexto local-global, con un carácter transversal y un componente emocional, así como con metodologías activas. Y ofrecer "oportunidades de acción".

... y todas

Entre los grandes temas que recogen los ODS de la Agenda 2030, los números 5 y 10 ("Igualdad de Género" y "Reducción de las Desigualdades") ocuparon un espacio relevante en la primera jornada. La doctora en Psicología y vicedecana del Área de Salud de la UDIMA, Eva Izquierdo, coordinó la mesa más interdisciplinar del congreso () en compañía de Enrique Bonilla (doctor en Estudios Interdisciplinares de Género y también profesor de la UDIMA).

Entre todos los ponentes atajaron distintos aspectos entorno a la figura femenina: e impacto del lenguaje inclusivo y el no sexista respecto al género, la influencia del movimiento vecinal en la región madrileña sobre la tendencia feminista, y la labor de lucha contra las figuras históricamente manipuladas, tanto en la historia escrita como en la novelada.

El objetivo final se centra en enseñar a pensar a los alumnos y sobre todo alumnas, para "empoderar a las niñas de todo el planeta", recordaba Izquierdo. Leticia Santana (doctoranda en Lingüística Aplicada a la Enseñanza de Lenguas Extranjeras y docente de la UDIMA), desplegó brevemente la primera temática: cómo influye la manera en que hablamos para hacer un mundo más inclusivo e igualitario, además de sostenible.

En sus intervenciones, Santana diferenció entre lenguaje inclusivo y no sexista respecto al género (que no debemos pensar "de forma dicotómica", dijo), y recordó también cómo al final, entre todos los ponentes, se veía clara una cosa: que todos habitamos "realidades lingüísticas", y la formación y la desinformación suponen barreras para avanzar hacia un lenguaje más igualitario. Eso, más la falta de base empírica de las opiniones, el "españocentrismo" (que no sólo afecta a nuestra lengua) y la "falta de voluntad" para ver el efecto del idioma en la realidad, complican la necesaria conexión lengua-género.

No es de extrañar, siendo esta la realidad en la actualidad, que se hayan cometido injusticias en el pasado. Una de ellas la ilustraban las hermanas María y Laura Lara, autora y prologuista del libro Juana I, la reina cuerda. Las doctoras en Filosofía y docentes de la UDIMA relataron cómo se enfrentaron a una información inexacta o directamente falsa sobre este personaje histórico, que ha sido injustamente tildada de loca "durante más de cinco siglos".

Su difícil tarea (limpiar una falsedad cuando en los libros de texto sigue apareciendo) las obligó a deconstruir el personaje de Juana I de Castilla hasta darse cuenta de que no había necesidad de justificar la depresión de una mujer a la que su padre, su marido y su hijo relegaron al ostracismo encerrada en Tordesillas. Lo hicieron para "resignificar los roles" femeninos históricos y para lograr con ello "cambios de mentalidad", que pueden verse (tras más de 8.000 ejemplares vendidos) en actividades como escape rooms sobre Juana, obras de teatro o entrevistas de radio.

Sobre esta parte más vinculada a la literatura se centró Elena Extramiana (licenciada en Filología Inglesa y Filología Hispánica), que habló de cómo reinterpretar textos escritos a veces 400 años antes, como La Celestina. En su propuesta, la profesora de la UDIMA explicó cómo su iniciativa ofrece la oportunidad a los alumnos de secundaria de comprender la relación entre hombres y mujeres.

A través de las redes sociales los estudiantes transponen la obra de Fernando de Rojas para comprender el rol de la mujer en la España del siglo XV, y compararlo con la realidad actual. Todo ello para "analizarlo y denunciarlo" a modo de "técnica terapéutica" para que las chicas se puedan ver reflejadas y aprendan, desgranó Extramiana. Contextualización y problemática para que haya también un "aprehendizaje" completo.

También fiel reflejo de la evolución feminista es el aporte que trajo a colación Gonzalo Caro (técnico de participación ciudadana y desarrollo comunitario), que desarrolló el movimiento vecinal en Madrid. Motivado por una situación "muy complicada" en la ciudad, surgieron las asociaciones inicialmente llamadas "de cabeza de familia" (pues sólo podía inscribirse un miembro por cada una, casi siempre hombres). Y aunque la presencia femenina en aquellas asambleas era ínfima, Caro recalcó que luego en la propia asociación las mujeres estaban mucho más presentes.

Se trataba de mujeres "excepcionales", dijo citando a la historiadora Pamela Radclife, que las veía capaces de abrirse paso en un mundo adverso. Con el tiempo la asociación vecinal evolucionó, gracias también a ese lenguaje, para admitir a personas de ambos sexos en las asambleas, y finalmente se empezaron a generar las vocalías. Aun así el experto matizó que aunque el movimiento vecinal "es rico en esta materia, no fue tan 'escuela de ciudadanía' para todos por igual".

Imaginar y repensar el futuro

La segunda jornada atendió a la innovación y al mundo que esté por venir, y que está en nuestras manos. Para mejorarlo podemos aprovechar tecnologías como los drones (como ilustró la doctora en Ingeniería Microelectrónica, Miriam Martínez) o la energía eólica marina, para ser más eficientes y lograr esos objetivos energéticos (como explicó la doctora en Energías Renovables y Eficiencia Energética, Isabel Gil). Pero quizás también necesitemos un cambio más primaria, uno de perspectiva general. Es decir, repensar cómo estamos mirando la crisis climática que atravesamos, y que no afecta sólo al uso de fuentes renovables.

Para intentar refrescarnos el alcance medioambiental de los problemas que tenemos sobre la mesa, el ingeniero de minas Adolfo Núñez Sarompas dedicó unos minutos a contribuir con un necesario enfoque didáctico. Y es que hablamos mucho de "emergencia climática", un término que no le gusta a este experto en sostenibilidad y medio ambiente con más de 30 años de experiencia. Y argumenta: "Alarmamos, pero sólo sobre el clima, y el medio ambiente no solamente es el clima". En su opinión hemos establecido una mira muy limitada y "dogmática" sobre el cambio climático.

Primero porque la palabra 'emergencia' implica algo imprevisto, accidental, y no el necesario planteamiento a medio y largo plazo para combatir algo que "ya ha sucedido" y que "sabíamos que pasaba". Y no es que el agua suba o baje, "son cambios sociales y culturales" profundos. Desde el Imperio Romano hasta la Revolución Francesa, y el actual Canal de Panamá, el docente del Grupo CEF.- UDIMA recalcó el impacto del clima favorable, la sequía o la subida de las aguas en estos contextos tan dispares.

Según trasladó, la verdadera emergencia que tenemos que atajar se concreta en temas como la superpoblación, la tendencia a construir viviendas en lugares peligrosos o la mala gestión de los residuos, tanto sólidos como líquidos (el agua). "Somos muchos", aseveraba, y esto implica un consumo de energía y una generación de residuos que antes se podía autocontrolar, pero ahora "hay que gestionarlo". También debemos dejar de obsesionarnos con las temperaturas de récord, y atender más en los periodos largos de temperaturas altas: "No fijarnos en los grandes números, sino en las tendencias".

Al final se trata de un problema de "formación", decía el ponente. "Tenemos que enseñar a la gente, no sólo a los técnicos, también a los políticos; culturizar", defendía. Y es que muchas veces lo que nos ha llegado del medio ambiente es lo que vemos en televisión: la noticia más impactante, sea cierta, aproximada o directamente deformada. "Tenemos que formar y darles el conocimiento para que puedan valorar los riesgos, los riesgos controlados y la ausencia de estos", alegaba Núñez Sarompas.

En esa labor, las nuevas tecnologías como los drones y la potencia marítima son una rama para generar y dar acceso a energía más duradera y limpia, pero también están ahí la inteligencia artificial o el big data. En esa necesidad de información, estas herramientas serán fundamentales, dijo el experto, pues nos van a permitir predecir escenarios, y con ello "tomar decisiones lógicas y pensadas", en lugar de imponer planteamientos inasumibles a corto plazo por la población. Con ellas lograremos el crucial equilibrio entre medio ambiente, economía y sociedad. Eso es la sostenibilidad, resumió.

Universidad, referente espiritual

Ya decía al inicio David Sánchez que la universidad tiene un papel crucial en todo esto, y muchas son las ventajas y oportunidades que aprovechar. Pero hay otro elemento quizás menos vinculado a priori a la institución educativa superior: 'la ciudadanía global' como eje vertebrador de los desafíos que plantean los ODS. Para explicar qué rol ha de jugar la universidad para promover esa ciudadanía global, Adrián Neubauer dio una breve sesión con algunas de las claves.

Doctor en Educación (UAM) y graduado en Magisterio Educación Infantil y Primaria (además de Máster en Calidad y Mejora de la Educación), el profesor de la UDIMA recalcó tres grandes ideas. Primero, que la universidad debería ubicarse como un gran referente espiritual y científico a nivel social. "Hemos perdido la Iglesia por el camino, y tenemos la oportunidad de ser referentes espirituales en términos de conocimiento político-social", argumentó. Segundo, que esta universidad de los reales decretos estatales, está pensada para ir al mercado laboral europeo, y luego poder trabajar a nivel mundial; y "quizás sea demasiado limitante para el mundo que nos viene".

En tercer lugar, Neubauer criticó que lo que falta en definitiva es "compromiso". "Realmente necesitamos reformas radicales a nivel político, de raíz, para cambiar esta situación. No es razonable que en España saquemos reales decretos en 2021 y 2022 para incluir los ODS en la universidad, cuando los ODS van a terminar en seis o siete años. Quizás es demasiado tarde para lograrlo, por lo que necesitamos reformas mucho más radicales y no únicamente discursivas", abundó.

Julián Roa, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud y Educación, fue el encargado de abrir las palabras de cierre de esta primera edición de las jornadas. Además de sus agradecimientos a los departamentos implicados, condensó algunas de las ideas centrales del congreso. Para él habitamos el presente, "seguro", lleno de una inteligencia "natural", que es la que llenó las ponencias y que nos permite "reflexionar" para tener una visión más amplia de la realidad.

Y es que en ese intercambio de ideas y culturas es donde se produce el necesario "debate enriquecedor", desde el que debemos discurrir sobre la universidad, "dialogando con el pasado", con Sócrates u Ortega y Gasset. Ellos nos permiten comprender el papel de la universidad. En ese diálogo, decía, "empezamos a entender que debemos reconciliar nuestra esfera privada con nuestra esfera pública". Y que es fundamental ver a la institución como fuente espiritual, de "repensamiento" y de compromiso.

Ese es el "traje común" de los docentes, con el que se pueden "perseguir esos sueños antiguos para pensar el presente y el futuro". Es ahí, concluyó, donde se encuentra el verdadero propósito del profesor: hacer brillar a los demás. "Nosotros somos solo presente, pero estas jornadas pretenden llegar al futuro, y para eso damos voz a los que nos seguirán, que son nuestros alumnos", que "recogen el testigo".

Oficializó el cierre de las jornadas la presidenta del Grupo CEF.- UDIMA, Arancha de las Heras, quien calificó el congreso de "regalo". "Hemos sido negativos, pero también hemos puesto el foco en cosas que podemos hacer como universidad." Para ella los ejemplos de pequeñas acciones que ya se pueden poner en práctica con alumnos significan mucho, y animó a todos los docentes a "poner en marcha" todo expuesto en las jornadas. "Habéis hecho un trabajo excepcional".

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