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La profesora Inés Campillo expone en la ONU los efectos adversos de los recortes públicos sobre la igualdad de género
周四, 14/03/2019
Inés Campillo, en el centro de la imagen, durante su intervención
Por UDIMA Media
Las políticas de austeridad y los recortes públicos llevados a cabo en España desde 2010 han tenido consecuencias particularmente negativas sobre las mujeres y la igualdad de género. Sobre esta premisa, la profesora de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, Inés Campillo, expuso este jueves en la ONU las conclusiones de su estudio ‘Economic boom, recession and recovery in Spain: the permanent care crisis and its effects on gender equality’, que refleja esta situación.
La profesora Campillo, doctora en Sociología, participa en las 63 sesiones de la Commission on the Status of Women de la ONU, cuya temática este año gira alrededor de ‘Los sistemas de protección social y el acceso a servicios públicos e infraestructuras sostenibles para la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas’, marco en el que explica los resultados obtenidos en el referido estudio ‘Boom económico, recesión y recuperación en España: la crisis permanente de cuidados y sus efectos en la igualdad de género'.
Campillo estuvo acompañada por las investigadoras Aliki Kosyfologou y Oksana Dutchak, en la mesa redonda We Want Equal Access! How Austerity Destroys Access For Women, organizada por la Rosa Luxemburg Stiftung, en colaboración con el Global Policy Forum, la UNRISD y Madre. La mesa giró en torno a los resultados de los diversos estudios de caso sobre 'Austeridad, desigualdad de género y feminismo tras la crisis' publicados por la Rosa Luxemburg Stiftung en 2018.
La profesora de la UDIMA explicó que, aunque en un principio la crisis económica afectó más a los hombres que a las mujeres, pues la destrucción de empleo se concentró en el sector de la construcción, predominantemente masculino, pronto las tasas de desempleo de hombres y mujeres se aproximaron.
Sin embargo, si bien la destrucción de empleo acabó golpeando de forma similar a mujeres y hombres, la austeridad ha tenido un impacto mucho mayor en las mujeres, profundizando los desequilibrios que ya existían antes del estallido de la crisis, argumentó.
¿Sobre qué parámetros se fundamenta el estudio de la profesora Campillo? En particular sobre los recortes en políticas de igualdad y de prevención y atención a la violencia de género, los recortes en el sistema de atención a la dependencia, la suspensión del Programa Educa3 o la eliminación del ‘cheque bebé’.
Pero también los recortes en sanidad y la introducción del copago sanitario en algunos servicios, el congelamiento de la contratación de empleo público, los recortes salariales al funcionariado y el alargamiento de su jornada laboral semanal, las reformas del mercado de trabajo, las pensiones y el sistema de desempleo, medidas que, concluye, han afectado más a las mujeres, que son las principales cuidadoras tanto en el sector formal de empleo como en las familias y las trabajadoras más precarias, más susceptibles de estar desempleadas, tener un contrato temporal o a tiempo parcial y un menor historial de cotización.
Con todo, desde 2014, añade, los indicadores macroeconómicos han mejorado y parecen apuntar al fin de la recesión y a la recuperación económica. Pero esos indicadores, advierte Campillo, “no son necesariamente una buena medida de progreso social”. Lo cierto es que la creación de empleo se restringe principalmente a empleo precario (9 de cada 10 contratos que se firmaron en 2018 fue de duración determinada, el 40% de los cuales tuvieron una duración menor al mes).
A eso se suma que la tasa de desempleo aún es muy alta (14,5% en total, 16,3% en el caso de las mujeres), como también lo sigue siendo la tasa de personas paradas de larga duración, el número de hogares con todos sus miembros desempleados todavía supera el millón (1.083.700) y la tasa de riesgo de pobreza y exclusión afecta al 28,3% de la infancia.
“Aunque no se puede negar que ha habido mejorías entre 2013-2014 y 2019”, indica la doctora Campillo, “lo cierto es que las reformas estructurales del mercado de trabajo, las pensiones o el sistema de desempleo que se llevaron a cabo en el peor periodo de la crisis no se han revertido, la estabilidad presupuestaria sigue consagrada en nuestra constitución y el Pacto Fiscal sigue siendo un pilar básico de la Unión Europea, lo que”, a su juicio, “inevitablemente limita el margen de acción para invertir en políticas de bienestar social”.
“Debemos, pues, reconocer que seguimos instalados en la austeridad, que parece haber pasado de ser una agenda extraordinaria y puntual para asentarse de forma permanente”, afirmó en su intervención en Naciones Unidas.