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La distopía de la oclocracia: Reflexiones de Felipe Debasa
Tue, 31/03/2020
Polibio dijo hace poco más de 2100 años, que “cuando la democracia se manchaba con demagogia y violencia, aparecía la tiranía de la muchedumbre”, y a esto lo denominó oclocracia. La oclocracia fue definida por Polibio, como la peor degeneración de una democracia. Hoy, 2000 años después, es una pesadilla que asoma en el escenario social como la distopía de George Orwell, el Gran Hermano de 1984, donde se gritaba aquello de: “libertad es esclavitud”.
Artículo redactado por Felipe Debasa, director de la Cátedra CEF.- UDIMA de la Nueva Ruta de la Seda (One Belt, One Road-OBOR) y profesor de Mundo Actual en la URJC, y Entrevista por Rocío González
Antes de que el Covid19 nos sacudiera de pleno en Europa, algunas voces venían alertando de que los sistemas democráticos en el mundo estaban ligeramente acatarrados. A tal efecto, el Embajador Antonio Ecarri Bolivar me invitó a participar como profesor universitario en una iniciativa que lleva por nombre Foro de Vigilancia Democrática. El objetivo es analizar como se inicia el deterioro democrático para poder plantear remedios y evitar que la democracia se resquebraje. En el mundo tal vez esté en juego la “libertad tal y como la conocemos”, y se esté poniendo encima de la mesa la libertad de Orwell: “freedom is slavery”.
Desde esta tribuna aprovecho para decir que hace falta potenciar la cultura democrática que enseñe a los más pequeños y desde las edades más cortas que en democracia no todo vale. A mis estudiantes les pregunto ¿Quién gana la liga de fútbol, el que mete más goles o el que tiene más puntos? ¿Os imagináis que cuando termina la temporada de fútbol algún equipo protestara contra el sistema de puntos y goles? No, ¿verdad? Eso es por que existe una cultura de respeto a las reglas del futbol.
Sin embargo, desde la crisis de 2008 hemos visto en numerosas ocasiones cómo los partidos que pierden las elecciones salen a la calle e incluso proponen acciones de “tomar, rodear o asaltar el Parlamento”. Recuérdese cuando se insultaba a la Constitución española “el papelito del régimen del 78”, y ahora es el documento que nos puede salvar del coronavirus. ¡Pues sí que fueron visionarios los padres constitucionales!
Los que practicamos la cultura democrática tenemos claro que ésta comienza con el respecto institucional. España es un Estado fuerte con instituciones sólidas. La ETA del País Vasco con 1.000 muertos encima de la mesa no consiguió nada. Las voces críticas que aparecieron con la crisis de 2008 tampoco han conseguido nada, pues ahora además son parte del sistema.
Pero en la historia aparecen los acontecimientos fortuitos (que señala el profesor Azcona), y de la noche a la mañana todo cambia. Un ejemplo fue el asesinato del Archiduque Francisco Fernando en Sarajevo y el más reciente el de la aparición del covid 19. Como en una película de Hollywood, de la noche a la mañana, el 90% de la población del planeta tierra está confinada en su casa bajo un inquietante clima de angustia y miedo, y en algunos países, de caos.
Lo primero que debemos aprender de esta lección es que el ser humano es el mismo en toda la tierra, y que el planeta es por igual la casa de todos. Es la consigna de los Transhumanistas de “un planeta y una sola raza, los humanos”. Pese a ello, vemos cómo el confinamiento polariza a la gente y las recetas caducas de la construcción artificial de identidades y nacionalidades (casi siempre con dinero público) cobran fuerza.
Europa nació buscando la paz y vaya si lo consiguió. Más 70 años sin disparar un solo tiro entre franceses y alemanes y los millenials europeos sin saber lo que es una guerra o el servicio militar. Muchos pensamos que la solución está en unas Instituciones europeas más fuertes, en más Europa, y en replicar el modelo europeo (de integración y no de cooperación) para un verdadero gobierno mundial. Pero las Instituciones europeas llegan donde llegan y tienen las competencias que tienen, y en el caso de la gestión del covid19, prácticamente no tienen competencia.
La crisis del covid19 comenzó en España como en la económica de 2008, negándola por parte de las autoridades estatales. Los primeros en alertar a la población fueron las 'tiendas de chinos'. De la noche a la mañana comenzaron a poner carteles de “cerrado por vacaciones” o “cerrado por reformas”. Los que tenemos amigos en ese sector nos decían que estábamos locos no confinándonos ya en nuestras casas, pero el gobierno y los medios de comunicación afines negaban la pandemia. Muchos chinos, por cierto, escaparon aquellos días de España por miedo a la gestión del gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
Con el covid19 estallado ya en España los mismos medios de comunicación afines al gobierno que negaron la pandemia comenzaron a echar la culpa del asunto a Europa, pese a que la Unión Europea no tiene competencia en materia sanitaria. Los antieuropeístas españoles, normalmente desde la extrema izquierda y el nacionalismo, comenzaron a frotarse las manos y a mover su hashtag por las redes sociales #spexit, Spain exit; en clara alusión a #brexit, Britain exit.
Durante los primeros días del confinamiento en España las redes sociales fueron un hervidero y aparecieron diversas etiquetas de corte revolucionaria. #huelgageneral que anima a cerrar el 100% las empresas para “joder a los empresarios explotadores que quieren ganar dinero pese al coronavirus” o #huelgaalquileresya que incita a dejar de pagar el alquiler y listo.
El caso es que el clima se está radicalizando. Lo vemos todos por las bromas de los grupos de WhastApp y las caceroladas. Cacerolada por los 65 millones del Rey Juan Carlos, cacerolada contra los 700 millones de los ERES del PSOE de Andalucía. Cacerolada por las donaciones de Amancio Ortega, aplausos el día del cumpleaños del filántropo gallego.
¿Se está configurando un nuevo modelo de globalización mundial?
A raíz de lo expuesto parece que el mundo que salga de esta pandemia no será el mismo. Todavía no sabemos si será mejor o peor, pero sí tengo claro que siguiendo el refrán “a río revuelto ganancia de pescadores” habrá que tener mucho cuidado con populistas y nacionalistas.
Un profesor universitario español discípulo del régimen de Maduro y Chávez tiene como Tweet fijado: “la crisis, o la aprovechamos para la democracia o la aprovecharán para naturalizar desigualdades”. Y de este contexto, pudiera entenderse que emplea la palabra democracia como referencia a la democracia popular del Muro de Berlín. A cualquier cosa menos a libertad.
Tras el coronavirus, ¿habrá más integración internacional o surgirá un mundo más proteccionista?
Los que somos demócratas europeístas tenemos claro que la solución es una mayor integración de las naciones y replicar el modelo europeo a más países. Las democracias liberales con economías sociales de mercado. El método de Jean Monnet ha servido en Europa por 70 años y podría servir en otros lugares del mundo. La solución a un mundo global nunca es la protección, salvo que nos carguemos la globalización y volvamos a la Guerra Fría de los pasaportes, visados, espías, comisarios políticos del partido y policías del pensamiento.
Las autarquías son planteamientos propios de dictadores o megalómanos aunque están resurgiendo con fuerza en el siglo XXI igual que aparecen terraplanistas o antivacunas.
Independientemente del desenlace de esta epidemia, ¿está en juego el futuro de las relaciones internacionales?
Personalmente creo que están en juego las democracias liberales y por tanto la libertad.
¿Urge una reforma del sistema internacional que permita ser más eficaces y rápidos en el manejo de las crisis mundiales?
Sí, pero eso es fácil. Conocí al Dr. José Antonio Bastos cuando era presidente de Médicos sin Fronteras y me alertó que el Ébola era la antesala de una gran pandemia mundial. Que el mundo debía prepararse y no lo estaba. Y no lo ha estado.
No obstante la solidaridad a nivel mundial está siendo impresionante. El día en el que comenzó todo en Madrid me escribió una estudiante mía desde China para proporcionarme mascarillas y consejos. Nuestro amigo Paco Changyi Quian Cao agarró una furgoneta y con sus trabajadores se fue a repartir material gratis a los hospitales.
¿Cambiarán las relaciones comerciales que hay con China?
No creo, pero me puedo equivocar. El mundo está tan conectado como lo está una familia en la que cada miembro vota a un partido diferente. Todos nos necesitamos.
¿Cómo está afectando a la imagen de China que ellos hayan sido los primeros en sufrir la pandemia?
Eso surgió en China como podría haber surgido en otro punto del planeta. Lo que sí que debemos replantearnos en general son las relaciones de los humanos con el mundo salvaje y los animales. Y sobre todo con las comidas excéntricas. Todo bicho que vaya a una olla debería antes ir a un veterinario y formar parte de una industria trazable. Por cierto, que por eso los productos cuestan más en los supermercados. Eso de ir al monte y comerte lo primero que ves es una locura, como poco puedes agarrar una cagalera.
¿Habrá algún cambio social cuando todo esto termine?
Es pronto para decirlo, pero los populistas están al acecho como Alarico esperaba la caída de Roma para su posterior saqueo.
En cuanto al sistema político y económico, ¿se espera un gran cambio para superar la gran crisis que se prevé?
Una crisis económica brutal. Cuanto antes salga la gente a la calle y se ponga a consumir, mejor. Si nos quedamos en casa, otro parón como el de 2008. Habrá que estar atentos al Foro de Sao Paulo, pero eso es para otro artículo.
Se hablaba de recesión económica, ¿acelerará la epidemia la crisis económica mundial?¿Cuál es el impacto que puede provocar el coronavirus ante la parálisis de la economía?
La principal diferencia con el 2008 es que ahora la banca está saneada en Europa y los gobiernos van a soltar liquidez. Es importante que ese dinero público se use para una verdadera recuperación económica de sectores productivos de valor añadido y no para seguir fomentando la construcción de identidades nacionales o de ideologías particulares.
Pero hay expertos constructores de relatos, que cual flautista de Hamelín podrían embaucar a la mayoría, y terminar con la IV Revolución Industrial en un abrir y cerrar de ojos. Entonces llegaría la distopía de la oclocracia como el mundo que describió Orwell en 1984, cuyo gran hermano por cierto era Stalin.