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Eva Izquierdo: "Debemos eliminar el estigma y conocer los signos de alerta para 'cambiar la narrativa' del suicidio"
Tue, 10/09/2024
Atender a los patrones de comportamiento, preguntar y "escuchar sin juzgar". Tres cosas que todos podemos hacer para ayudar a alguien que conocemos y experimenta cambios en su forma de ser; cambios que pueden indicar una tentativa de suicidio. Anualmente se registran cerca de 80.000 sólo en España. Coincidiendo con el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, conversamos sobre cómo 'Cambiar la narrativa' global del suicidio (el lema de la OMS para este año) con Eva Izquierdo Sotorrío, vicedecana de la Facultad de Ciencias de la Salud y la Educación de la UDIMA y profesora del Grado en Psicología.
Redacción UDIMA Media
Pregunta: Desde hace un par de años rondamos los 4.000 suicidios anuales en España. Las estadísticas hablan de, aproximadamente, 11 muertos al día y que, por cada persona que se quita la vida, 20 lo intentan. ¿Por qué crees que tenemos unas cifras tan altas? ¿Crees que la pandemia ha marcado un antes y un después?
Respuesta: Efectivamente, las cifras no solo en España, son estremecedoras, la OMS estima que más de 700.000 personas se quitan la vida en todo el mundo, lo que equivale a una persona cada 40 segundos. En España, las muertes por suicidio duplican a las de accidentes de tráfico.
Además, hay que tener en cuenta que este dato está subestimando la realidad, ya que muchos casos no se identifican como tal. Por ejemplo, hay registros de accidentes que en realidad son suicidios, o casos en los que, por el estigma social, las familias y los informes médicos evitan clasificarlo de esa manera. Además, se calcula también que, por cada muerte por suicidio, hay entre 6 y 7 personas allegadas que sufren un profundo impacto emocional, quienes a menudo enfrentan duelos complicados, culpa y estigma. Y junto a todo eso, es importante añadir que en el suicidio no solo consideramos los intentos, sino que hay una serie de conductas asociadas como la ideación (pensar en estar muerto o morir), planificación etc. que conllevan un gran sufrimiento.
Sobre las causas del suicidio, es complejo responder ya que estamos hablando de un problema multicausal con diversas aproximaciones teóricas. Estas teorías identifican variables psicológicas, sociales y biológicas que influyen, como el sentirse atrapado o derrotado, la percepción de ser una carga para los demás, el aislamiento social o la desconexión emocional. Estos factores interactúan de forma compleja y pueden desencadenar conductas suicidas cuando las personas sienten que no tienen alternativas ni apoyo suficiente para enfrentar sus dificultades.
Actualmente, hay numerosos grupos de investigación trabajando en este ámbito, incluidos algunos de la UDIMA. Aunque todavía nos queda mucho por descubrir, sabemos que existen factores de riesgo bien identificados, como los problemas de salud mental (depresión, ansiedad), situaciones de aislamiento social, experiencias traumáticas o abusos (como la violencia de género o el bullying), la precariedad laboral, el desempleo y los problemas económicos. Además hay grupos de especial vulnerabilidad como los adolescentes, el colectivo LGTBI, las personas mayores o con discapacidad… Todos estos factores se combinan, generando una realidad compleja que requiere atención multidisciplinaria y soluciones integrales.
En cuanto a la pandemia, sí, ha sido un detonante importante, aumentando los factores de riesgo como el aislamiento, la incertidumbre y la pérdida de redes de apoyo. Pero el problema ya venía gestándose con anterioridad. La falta de recursos en salud mental también ha jugado un papel importante.
P: ¿Existen algunos signos de alerta que puedan ayudar a la detección temprana del suicidio?
R: Un aspecto esencial que debemos hacer llegar a toda la sociedad es que el suicidio se puede prevenir y que está en manos de todos y todas, tanto profesionales de la salud mental como la población general. Para prevenirlo, es esencial que conozcamos los principales signos de alerta y que no demos la espalda a quienes manifiestan estar pasando por ello. Por ejemplo, verbalizaciones como "me siento atrapado" o "ya no quiero seguir aquí" son indicadores que nos pueden servir de señal.
También cambios conductuales como el aislamiento, la pérdida de interés por actividades que antes disfrutaba, el descuido personal, o incluso cambios en patrones de sueño o alimentación. Existen otros indicios que nos deben poner en alerta como la sensación constante de desesperanza o el abandono de las redes sociales, especialmente en jóvenes. En momentos muy cercanos al intento un factor determinante es un cambio conductual muy llamativo, en las esferas que he comentado o cualquier otra.
Ante estas señales, es crucial no juzgar, no minimizar, ni tratar de hablar de otra cosa, sino escuchar y ofrecer ayuda. Existen servicios especializados como el teléfono de atención a la conducta suicida en España, el 024, que está disponible las 24 horas para ofrecer apoyo y orientación, no solo a la persona que se ve en esa situación sino también a quienes están a su alrededor y no saben cómo ayudarla.
P: El porcentaje de hombres que se suicidan es mucho más elevado. ¿Hay una explicación para ello?
R: Efectivamente, en prácticamente todos los lugares del mundo y franjas de edad, la tasa de muertes por suicidio en hombres triplica a la de las mujeres, sin embargo, las mujeres triplican a los hombres en intentos de suicidio y la presencia de ideación suicida. Entre las explicaciones para estas diferencias aparecen el método de suicidio, la intensidad de los síntomas en trastornos afectivos, las estrategias de afrontamiento y los motivos u objetivos detrás de la conducta suicida, que parecen varias en ambos grupos.
Las investigaciones más recientes, que incorporan la perspectiva de género, están viendo que una de las razones clave detrás de estas cifras es que los hombres son menos propensos que las mujeres a buscar ayuda profesional cuando experimentan angustia suicida. Esto no solo está vinculado a factores culturales y sociales, como que los estereotipos de género asocian la vulnerabilidad con la debilidad más asociado al rol femenino, sino también a barreras estructurales y psicológicas.
Desde el rol masculino tradicional se espera que los hombres sean fuertes, autosuficientes y emocionalmente resistentes, lo que lleva a que muchos eviten expresar sus emociones o pedir ayuda por temor a ser percibidos como débiles o incapaces. Esta construcción cultural del género refuerza la idea de que la vulnerabilidad, en lugar de ser una parte natural de la vida humana, está más asociada al rol femenino, generando una barrera para que un porcentaje elevado de hombres busquen apoyo emocional o psicológico.
Además de estas barreras culturales y sociales, existen también barreras estructurales y psicológicas que impiden que los hombres (y mujeres) busquen ayuda. A nivel estructural, el acceso a servicios de salud mental es a menudo limitado por factores como el costo, las largas listas de espera, y la falta de políticas públicas que garanticen un acceso equitativo a la atención. Muchos hombres que intentan buscar ayuda, a los que ya hemos dicho les cuesta pedirla, se enfrentan a servicios saturados, inadecuados o inaccesibles, lo que genera frustración y refuerza la creencia de que no vale la pena buscar apoyo.
A nivel psicológico, muchos hombres tienen dificultades para reconocer sus propias emociones o problemas debido a la falta de alfabetización emocional, es decir, la incapacidad para identificar y comunicar lo que sienten. Esta desconexión emocional no solo dificulta el proceso de pedir ayuda, sino que también alimenta una creencia errónea de que buscar apoyo no será útil o que no sabrán cómo beneficiarse de él.
Pedir ayuda y tener apoyo sin juicios cuando aparecen todas estos pensamientos y conductas es fundamental para prevenir que se llegue al intento y como ya he dicho anteriormente esto está en manos de cada persona.
P: ¿Cómo se puede abordar el todavía presente estigma asociado a la búsqueda de ayuda psicológica?
R: El estigma es uno de los mayores obstáculos en la prevención del suicidio. Socialmente aún existe mucho oscurantismo alrededor del suicidio que arrastramos históricamente. Hablar en los medios de comunicación, sin sensacionalismo y transmitiendo este mensaje de que es un problema de salud pública, es una de las tareas pendientes.
Muchas personas todavía sienten vergüenza o miedo a ser juzgadas por pedir ayuda, y esto está estrechamente relacionado con el estigma social, los estereotipos de género, y la falta de disponibilidad y acceso a los servicios de salud mental. Para combatir este oscurantismo, no solo es crucial educar a la población, incluyendo la perspectiva de género, y normalizar la conversación sobre la salud mental, sino también implementar políticas públicas que incrementen y mejoren el acceso a los servicios de salud mental. Es necesario asegurar que estos servicios sean accesibles, asequibles y estén disponibles para todas las personas que los necesiten, independientemente de su situación socioeconómica.
Hacer esto permitirá, no solo que más personas busquen ayuda cuando la necesiten, sino que también contribuirá a crear un entorno de apoyo y empatía, donde la vulnerabilidad sea vista como parte de la experiencia humana, y no como algo negativo. Es fundamental que los servicios de salud mental se fortalezcan y que haya un mayor número de profesionales formados y accesibles.
Actualmente, van creciendo las voces y las iniciativas orientadas a eliminar el estigma y prevenir el suicidio y que reclaman todo esto que comento. Entre ellas está la celebración el 10 de septiembre del día Mundial de la Prevención del Suicidio, que se celebra anualmente desde 2003, gracias a una iniciativa conjunta de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta fecha tiene como objetivo concienciar a la sociedad sobre la importancia de la prevención del suicidio, promover acciones efectivas para reducir las tasas de suicidio y brindar apoyo a quienes están en riesgo o han perdido a un ser querido.
El lema de este año, “Change the Narrative”, busca inspirar a individuos, comunidades, organizaciones y gobiernos a participar en conversaciones abiertas y honestas sobre el suicidio y las conductas suicidas, reconociendo que hablar de ello es el primer paso para romper el estigma y salvar vidas. Nos invita a cambiar la forma en que hablamos sobre el suicidio, a preguntar a quienes nos rodean cómo están realmente y a ofrecer apoyo de manera activa y empática; dejando de lado viejos prejuicios y dándonos cuenta de que es necesario dejar de invisibilizar este problema y tratarlo adecuadamente, con conocimiento y con recursos.
P: ¿Cuán importante es la preparación de buenos/as profesionales, actualizados/as y empáticos/as para conseguir una buena detección temprana de los principales síntomas de las conductas suicidas?
R: La preparación de profesionales competentes, que dispongan de conocimientos actualizados, pero que también sepan seguir actualizándose y que desarrollen sus habilidades profesionales esenciales como la empatía es absolutamente crucial para la detección y prevención temprana de los síntomas relacionados con las conductas suicidas.
En este sentido, el Grado en Psicología de la UDIMA pone un gran énfasis en la formación integral de sus estudiantes, proporcionando todas estas competencias y habilidades. Esto les prepara no solo para detectar los síntomas tempranos, sino también para responder de manera efectiva y ética, lo cual es fundamental para salvar vidas. Además, desde este curso, nuestro estudiantado podrá participar de forma voluntaria en las investigaciones que se están llevando a cabo en la UDIMA en esta y otras temáticas mejorando su competencia científico-técnica.
También trabajamos en fomentar una mentalidad crítica y reflexiva en nuestros futuros y futuras profesionales, para que puedan adaptarse a las diversas situaciones y necesidades que se les presenten, siempre con un enfoque basado en la evidencia científica y el respeto hacia las personas que están atravesando momentos difíciles.
P: ¿Hay algún avance reciente en la prevención del suicidio que consideres prometedor?
R: Aún queda mucho por hacer y por saber, pero estamos viendo avances muy prometedores en la prevención del suicidio. Para empezar se ha realizado un giro en la conceptualización teórica del suicidio y los esfuerzos se están centrando de un tiempo a esta parte en estudiar los mecanismos y vías que tienen lugar entre la ideación suicida y el tránsito hacia la acción, es decir, el intento. Por otro lado, se están desarrollando herramientas digitales y tecnológicas que permitan detectar de forma temprana e intervenir en esas primeras fases. Actualmente, un grupo de profesores y profesoras de la Universidad UDIMA participamos en el desarrollo de una de estas herramientas en colaboración con la UNED centrada en población adolescente.
La inteligencia artificial (IA) y el análisis de Big Data, aunque están todavía en fases iniciales, también presentan perspectivas prometedoras.
Y desde luego destaca la sensibilización social respecto a la salud mental en general y la prevención del suicidio en concreto, así como la creciente implementación de programas de prevención en entornos educativos y laborales, que buscan sensibilizar y formar a personas en posiciones clave. De hecho, en la UDIMA también estamos trabajando para implementar el primer plan de prevención interno, además de estar en fase de desarrollo de programas educativos centrados en esta temática.