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Cuando el humano es el único Talón de Aquiles de la inteligencia artificial
Fri, 23/11/2018
Javier Cabo, durante su intervención
‘Decantar lo humano para soñar el futuro’, ponencia con la que Javier Cabo clausura el Congreso Nacional de Directivos
“No hay que tener miedo al progreso de la inteligencia artificial y la robótica, ya que realmente el verdadero peligro radica solo en la potencial parcialidad de los algoritmos de decisión empleados por los humanos en el intento de un control de la humanidad”, afirma el doctor Javier Cabo, para quien “el único Talón de Aquiles de la inteligencia artificial somos los propios humanos”.
El director del Departamento de Ciencias de la Salud y director de la Cátedra de Gestión Sanitaria de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA) ha sido uno de los ponentes invitados para participar en el Congreso Nacional de Directivos que se celebró los días 21 y 22 de noviembre en el Centro de Convenciones Internacional de Barcelona, al que asistieron más de 2.500 participantes, tanto de España como de otros países, con presencia y representación de directivos de la APD de Marruecos, y de países latinoamericanos como Colombia, Perú y Ecuador entre otros.
En su exposición, bajo el sugestivo título de ‘Decantar lo humano para soñar el futuro’, el reputado científico español recalcó que el hombre se encuentra en la cúspide de la evolución biológica con capacidades cognitivas difícilmente sustituibles por la inteligencia artificial y la robótica, como son la habilidad del poder de abstracción y de figuración de situaciones complejas, la capacidad de relación, cooperación y habilidad para el intercambio de ideas con sus congéneres y la capacidad de aprendizaje y de enseñanza, así como su capacidad de empatía y de análisis del entorno.
Cualidades todas ellas íntimamente pertenecientes a la conciencia y localizadas mediante estudios de resonancia nuclear funcional dentro de nuestro cerebro biológico, “dado que la conciencia es una propiedad intrínseca de la materia al igual que la masa y la energía”, pues la conciencia “no discrimina entre cerebros biológicos alojados dentro de un cráneo óseo como el humano y los circuitos de silicio encerrados dentro de una carcasa de titanio”, según sus propias palabras.
Cabo agregó que dado que el cerebro es una máquina biológica que se rige por las leyes de la física, si la evolución natural ha logrado crear la inteligencia biológica humana mediada por neurotransmisores, es, a su juicio, “totalmente factible” que se pueda a llegar a reproducir en un futuro, aunque no muy cercano, conciencia mediante neuroingeniería computacional procesando la información obtenida a través de redes neuronales artificiales.
Unas redes que, recordó, no siguen patrones lineales de cálculo sino que procesan la información de forma agregada, y todo ello gracias a nuevas arquitecturas cognitivas con gran desarrollo computacional con un crecimiento exponencial.
Después de mostrar cómo la inteligencia artificial y la robótica están de manera activa y positiva íntimamente participando en el futuro actual de la medicina, afirmó que esta integración de lo humano con la tecnología nos está permitiendo crear humanos tecnológicamente mejorados con años de vida ajustados a la calidad.
La empresa humana
El lema del Congreso fue la Empresa Humana, tomando como eje el hombre dentro de la revolución tecnológica y lo que ello representa. Entre los ponentes estaban Francisco Román, presidente de Vodafone, que habló de la gran mina de oro empresarial que son los datos; Fernando Vives, presidente ejecutivo de Garrigues pronunció su conferencia sobre la revolución inminente de la privacidad; Rosa García, presidenta de Siemens España, habló del internet de las cosas y el poder de las máquinas que hablan.
Así mismo, José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia centró su charla acerca de los desafíos de la banca del futuro, mientras que José Bogas, consejero delegado de Endesa pronunció su charla sobre los ritmos de la descarbonización y las energías renovables, en tanto que Enrique Sánchez, presidente de Adecco lo hizo de la necesidad de reaccionar con urgencia a la transformación del trabajo.