-
Noticias
¿Estamos cerca o lejos de vencer a la pandemia ocasionada por el coronavirus?
Mon, 16/03/2020
La Organización Mundial de la Salud (OMS) a través de su presidente, el etíope Tedros Adhanom, ha cambiado la declaración del brote de coronavirus de epidemia a pandemia, que hasta el 11 de marzo ha dejado más de 118.000 infectados en todo el mundo y 4.291 muertes, y hace un llamamiento a todos los países para “buscar un equilibrio entre la protección de la salud y la minimización del gran impacto tanto económico como social” que este brote infeccioso está causando en la humanidad.
Por Javier Cabo Salvador, doctor en Medicina y Cirugía, presidente de la Fundación Vida Plus y de QALY Advanced y director del Departamento de Ciencias de la Salud de la UDIMA
Las razones aducidas por el presidente de la OMS para realizar este cambio son el incremento exponencial del número de casos de coronavirus fuera de China, aumentando 13 veces el número de países afectados y triplicándose en las últimas dos semanas, y su preocupación -en palabras textuales del presidente de la OMS – “por la falta de la adopción de medidas urgentes y agresivas sobre el virus por parte de algunos gobiernos para combatir el brote”.
Personalmente me descubro ante la nación china y a pesar de ser una dictadura comunista, felicito a sus gobernantes. Han demostrado una gran eficacia, efectividad y eficiencia a nivel de Gestión Sanitaria en el manejo rápido y muy bien coordinado de esta gran crisis sanitaria que hubiera colapsado cualquier otro Sistema Sanitario conocido a nivel mundial. Su manejo, tanto del diagnóstico precoz del coronavirus causante de la infección, como de las medidas de aislamiento y contención epidemiológica siguiendo las normas clásicas de control y su gran capacidad logística, operativa y funcional con la rápida construcción de 16 hospitales en un plazo récord de dos semanas, han demostrado que hoy por hoy son una gran potencia mundial con muchas cosas validas que admirar y copiar.
Aunque los términos de endemia, epidemia y pandemia parezcan muy similares, son términos distintos con implicaciones tanto sanitarias como económicas y sociales muy diferentes. Según la OMS, “la epidemia se produce cuando una enfermedad contagiosa se propaga rápidamente en una determinada población, afectando de manera simultánea a un alto número de personas durante un periodo de tiempo determinado” siendo uno de los casos más frecuentes la gripe.
Por otro lado, se define como pandemia “cuando el brote afecta a regiones geográficas más extensas, alcanzando varias fronteras internacionales y propagándose por diferentes territorios”, como el caso actual del coronavirus. Y por último, se refiere endemia “a una enfermedad que se presenta con cierta regularidad en un determinado lugar, y permanece de manera relativamente constante a lo largo del tiempo”, ejemplo de enfermedad endémica tenemos la malaria.
A nivel práctico este cambio de denominación que puede parecer algo indiferente para la población tiene grandes repercusiones económicas a nivel social y sanitario. Los seguros privados de salud no cubren ni la hospitalización, ni el tratamiento, ni las enfermedades derivadas de la infección por Covid-19, ni las patologías producidas por éste por tratarse de una pandemia, ya que aunque la Ley del Contrato de Seguro regula la asistencia médica y asume la prestación de servicios médicos y quirúrgicos de los asegurados dentro de los límites de la póliza contratada -que cada cual debería revisar- esto cambia ante determinadas situaciones como la actual de pandemia, ya que “las pandemias están excluidas como riesgo catastrófico de todos los seguros” debido a lo imprevisible de su evolución, hecho que hace muy difícil fijar el precio de la póliza en función del riesgo, en el momento del contrato del servicio.
Tampoco estarán cubiertos quienes hayan contratado un seguro de viaje y decidan anular su desplazamiento debido al coronavirus, ya que las epidemias y pandemias están excluidas expresamente en el apartado de exclusiones generales de una gran mayoría de las aseguradoras por considerarse una causa "externa" y no una "causa mayor", circunstancia en la cual sí estaría cubierta. Además, en caso de realizarse el viaje si la persona presenta infección por el coronavirus en el extranjero o acude a un hospital privado con síntomas, dicho paciente deberá pasar a cargo de la sanidad pública del país donde se encuentre.
Otro hecho alarmante debido a la elevada mortalidad reportada es derivado de la circunstancia de que, aunque los seguros de vida en general cubren el fallecimiento por cualquier causa, algunas compañías hacen ciertas excepciones, por lo que para saber si un seguro de vida cubre la muerte en caso de infección por el coronavirus, hay que comprobar detenidamente en “la letra pequeña” que la póliza no excluya el fallecimiento por epidemias o pandemias.
Dicho esto, a manera de introducción, lo realmente cierto es que ya tenemos el enemigo en casa, y al parecer este virus SARS-CoV-2, es un enemigo que ha venido con intención de quedarse, no como su familiar cercano el SARS que logramos arrinconar con medidas de contención parecidas a las actuales. Esperemos que por lo menos este coronavirus se quede solo como un virus estacional más, similar al de la gripe.
¿Cómo podemos luchar contra este coronavirus?
Como en cualquier otra guerra para poder combatir al enemigo es necesario conocerlo previamente muy bien, su estructura, sus armas y su manera de atacar, y por otro lado, conocer nuestra capacidad interna, nuestros recursos, el potencial de nuestras armas y lo que es más importante desarrollar una buena planificación estratégica de combate.
¿Qué conocemos del coronavirus?
Desgraciadamente es un virus nuevo y la ciencia sabe muy poco de él por lo que al enemigo lo vamos a tener que ir conociendo poco a poco. Sabemos que es un virus de la familia de los coronavirus, extensa familia de virus que causan enfermedades tanto en animales como en humanos. Sabemos que dentro de los coronavirus pertenece a la subfamilia orthocoronavirina y dentro de esta sabemos por su estructura genética que “nuestro” coronavirus SARS-CoV-2 pertenece al género de los betacoronavirus.
También sabemos que, aunque la mayoría de las infecciones por coronavirus humanos son leves, hay coronavirus muy agresivos que ya han causado dos pandemias a escala mundial en las últimas dos décadas: el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS), con una tasa de mortalidad del 10%, y el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS), con una tasa de mortalidad de 37%, por lo que hay que tener mucho cuidado con estos nuevos coronavirus que tienen una repercusión letal importante en la humanidad.
Gracias a los avances de la genómica conocemos ya la secuencia genética del coronavirus 2019-nCoV (2019 Novel Coronavirus), a partir de una muestra obtenida de un paciente afectado por neumonía en la ciudad china de Wuhan. Este nuevo coronavirus es un virus grande, filogenéticamente similar a los virus ARN “monocatenario positivos”, es decir el genoma del virus es muy simple y está formado por una sola cadena de ARN.
A nuestro favor está que, aunque generalmente los virus de ARN tienen una alta tasa de mutación, una característica común de las anteriores pandemias del SARS-CoV y MERS-CoV es que estos coronavirus tienen un bajo potencial de transmisión comunitaria sostenida. Por lo tanto, la tasa de mutación de los coronavirus también podría ser menor debido a su exonucleasa codificada por el genoma.
Conocemos que el comienzo del ataque del nuevo coronavirus a la especie humana comenzó en diciembre de 2019, en la ciudad china de Wuhan, que se convirtió en el centro de un brote de neumonía de causa desconocida. Afortunadamente gracias a la eficiencia del Sistema Sanitario chino a nivel epidemiológico, se descubrió que el brote de estos pacientes con esta neumonía viral estaba relacionado con el mercado de mariscos de Huanan en Wuhan, mercado donde se vendía además de marisco diferentes tipos de animales como pájaros y conejos.
De manera muy rápida y eficiente se realizó un análisis del líquido de lavado broncoalveolar, de los hisopos orales, y anales y análisis de las muestras de sangre de estos pacientes con neumonía grave y se logró aislar en tiempo récord un nuevo coronavirus que se identificó como el SARS-CoV-2, "coronavirus novedoso 2019" (2019-nCoV), denominado como una versión 2 del virus causante de la pandemia del SARS.
Este coronavirus, como todos los demás, tiene una estructura general con espículas, envoltura, la membrana y la nucleocápside. El virus está envuelto por una capa proteica con puntas en forma de corona en su superficie -de aquí viene su nombre- teniendo una nucleocápside de simetría helicoidal.
También gracias a los esfuerzos realizados para lograr un “test diagnostico” rápido, un equipo de científicos americanos y otro del Instituto de Estudios Avanzados Westlake, en Hangzhou, y la Universidad Tsinghua de Pekín, publicaron una descripción detallada de la puerta de entrada del coronavirus a las células humanas identificando una proteína clave, la proteína S del virus que hace de llave de entrada. También se ha descubierto que la puerta de entrada del virus en las células humanas es a través de la proteína humana la ACE2. Esta proteína ACE2 tiene un papel fundamental en la producción de la angiotensina, molécula que controla la presión sanguínea y que se expresa a nivel humano en los pulmones, el corazón, los riñones y los intestinos y su falta provoca enfermedades cardiovasculares.
A nivel molecular el betacoronavirus usa esa proteína S que encaja molecularmente en la proteína ACE2, haciendo un símil -como una llave en una cerradura. A través de esta unión el virus entra en la célula humana e introduce en ella su material genético siendo este el primer paso de la infección. La célula humana confunde ese material —ARN viral— con su ARN propio, y empieza a seguir las instrucciones que le envía el virus a través de su ARN mensajero comenzando a fabricar proteínas virales.
En pocas horas ya hay millones de copias de ARN viral a partir de las cuales se ensamblan copias del virus que rompen esta célula humana totalmente invadida y colonizada y replican los nuevos virus en las demás células del organismo. El genoma del ARN viral se replica formando una larga cadena de proteínas unidas, una poliproteína, que posteriormente como los coronavirus tienen una proteína no estructural ―una proteasa― son capaces de separar las proteínas de la cadena, lo que les permite codificar el mayor número de genes virales con un número muy pequeño de nucleótidos, demostrando una gran eficiencia económica viral.
En el caso específico del coronavirus SARS, la entrada del virus se realiza en receptores celulares definidos mediante la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE-2). Algunos betacoronavirus tienen además otras proteínas como la esterasa hemaglutinina. No se conoce el mecanismo exacto de transmisión, pero se cree que puede producirse el contagio de una persona a otra mediante las gotas de saliva expulsadas a través de la tos y el estornudo.
Sabemos también que estos coronavirus pueden causar diversas infecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como ocurre con el coronavirus causante del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el que ocasiona el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV) o este nuevo coronavirus causante del síndrome respiratorio agudo grave coronavirus 2 (SARS-CoV-2) que causa la enfermedad del coronavirus 2019 (COVID-19).
¿Qué armas, qué potencial de ataque tenemos ante el coronavirus?
El covid-19 es bastante más contagioso que la gripe. No podemos permitirnos la libre circulación del coronavirus porque viendo la experiencia previa de China enfermaría en estado grave o crítico como mínimo un 17 por ciento de la población, lo que implica un número de pacientes que no es potencialmente absorbible por ningún Sistema Sanitario, y eso asumiendo como Sistema Sanitario “todos los recursos, tanto humanos como estructurales, tanto públicos como privados del país”.
Recientemente, el primer ministro británico Boris Johnson ha asegurado que, aunque por el momento, hay solo 590 casos identificados en el Reino Unido y diez muertos, podría haber al menos unos 10.000 casos sin identificar, y el Gobierno británico trabaja con la “estimación” de que el coronavirus puede provocar la muerte de unas 100.000 personas en el Reino Unido, según informó el diario The Sunday Times a partir de fuentes oficiales que trabajan en la planificación de medidas contra la epidemia. Esta es una de las cifras menores de la estimación de 500.000 víctimas mortales en uno de los peores escenarios planteados, en el que se asume que se infectaría el 80 % de la población (53 millones de infectados).
Boris Johnson ha declarado que "se trata de la peor crisis sanitaria que se ha vivido en una generación" anunciado un estímulo de 30.000 millones de libras (34.000 millones de euros) para preparar a la economía británica del impacto que puede provocar la propagación de la enfermedad.
Por su parte en Alemania, séptimo país más afectado del mundo, con unos 1.300 infectados y tres muertes ligadas al Covid-19, Angela Merkel declara la alerta nacional anunciando que “hay que contener como sea el avance de la epidemia” de la que según los expertos se prevé que el coronavirus vaya a afectar al 70% de la población alemana (unos 58 millones de infectados).
En España (segundo país europeo en número de afectados), si estas previsiones llegaran a ocurrir serían en total 36 millones de infectados, lo que implicaría un caos y el colapso total de nuestro Sistema Sanitario.
¿Qué podemos y debemos hacer para combatirlo?
Actuar con sentido común y mirar la poca experiencia acumulada. Aprender de la eficacia estratégica de China. Y sobre todo actuar de manera rápida ya que cada semana que pasa se multiplica el número de casos por 10 y solo hay que ver nuestro entorno y la experiencia pasada. En China, en Hubei han llegado a 1.200 casos por millón de habitantes. En Italia, en Lombarda 350 casos por millón de habitantes. Suponiendo no ya las previsiones del Reino Unido ni de Alemania, sino la incidencia reportada de China, en España con más de 47 millones de habitantes supondría al menos 56.400 casos.
Como nosotros no hemos planificado y no hemos construido de manera rápida 16 hospitales en pocos días ni reclutado a decenas de miles de sanitarios de otras provincias o jubilados sanitarios como en la provincia de Hubei en China, esta situación, literalmente, implicaría el colapso de nuestro Sistema Sanitario. Este es un punto de reflexión y de actuación rápida. España necesita en estos momentos más camas para hospitalizar y tratar a este tipo de pacientes que requieren de cuidados respiratorios especiales.
Además, el coronavirus es más letal que la gripe, y aunque es pronto para calcular con precisión su letalidad, debido en parte a que hay casos totalmente asintomáticos que no acuden al médico y los casos leves no son diagnosticados y no se registran, porque no hay una política sanitaria pública adecuada de realizar test preventivos por razones tanto económicas como de escasez de recursos sanitarios (tendríamos que aprender de Corea donde se realizan miles de test preventivos a sus ciudadanos), y en la sanidad privada dichos test no están incluidos en la cobertura de las pólizas contratadas, por lo que no se hacen, si asumimos la mortalidad reportada nos encontramos que, según la OMS, en Wuhan han fallecido el 2% de los enfermos detectados y fuera de Wuhan cerca del 0,7%, tasas estas entre tres y veinte veces más altas que las de la gripe común (0,13%) y la gripe H1N1 (0,2%), pues la mortalidad esperada en España sería al menos de 5.640 casos.
García-Sastre, catedrático de medicina y microbiología, codirector del Global Health & Emerging Pathogens Institute y del Icahn School of Medicine at Mount Sinai en Nueva York, explica que, incluso con un 0,1% de letalidad, este nuevo virus puede ser problemático si el número total de infectados supera con mucho el de una gripe común. “Al contrario que la gripe estacional, donde hay un número de personas que no son infectables porque tiene inmunidad, nadie la tiene contra este virus, así que va a infectar mucha más gente que la gripe estacional, lo cual hace que incluso si tiene la misma letalidad que la gripe, los casos absolutos serán mucho mayores, y eso va a suponer un reto al sistema hospitalario.
Hace falta una política agresiva y si no se puede imitar la efectividad y eficiencia de China y construir nuevos hospitales de campaña con abundante disponibilidad de camas monitorizadas con soporte de posibilidad de administración de oxigenoterapia e intubación y ventilación mecánica en caso de ser necesaria, por lo menos hay que acometer una política de “reconversión temporal” de las amplias zonas hospitalarias de rehabilitación en zonas de cuidados intensivos intermedios y habilitar el suficiente número de camas necesarias por porcentaje probable de infección por millón de habitantes de población.
¿Cuál es la Planificación estratégica más adecuada?
La clave para frenar un brote es reducir el ritmo al que crecen los casos. Es lo que está consiguiendo China, donde las infecciones dejaron de crecer exponencialmente a mediados de febrero, cuando la cuarentena y las medidas de distanciamiento están haciendo ya efecto.
En los países europeos, en cambio, el virus aún está en expansión. En Italia, los casos diarios empezaron siendo unos 70 al inicio del brote, pasaron de 500 la segunda semana y alcanzaron los 1.700 en la tercera. Francia, España o Alemania crecen a un ritmo parecido al italiano, pero parecen ir un poco por detrás, dándonos tiempo a reaccionar. Hay que actuar con sentido común y seguir las normas básicas clásicas de epidemiología.
Hay tres escenarios epidemiológicos, y aunque dicen que ahora Madrid está en el escenario 2, “no real”, creo que habría que actuar de manera preventiva activando ya el escenario 3 a nivel nacional.
Dentro de los escenarios epidemiológicos clásicos tenemos:
*Primer escenario*: Contención
El primer escenario, Nivel 1, es de contención porque no hay transmisión comunitaria descontrolada y no hay entrada masiva de casos importados. Las medidas son higiénicas para evitar contagios, sanitarias de aislamiento y recomendaciones para suspender eventos con gran afluencia de personas.
*Segundo escenario*: Mitigación
El escenario de mitigación, en el Nivel 2, se declara cuando hay transmisión comunitaria a grupos identificados y entrada masiva de casos. En este escenario además de las anteriores, es obligatorio tomar medidas de seguridad y control en los aeropuertos y medios de transporte colectivos, suspensión de grandes eventos y aglomeraciones y cierre de lugares públicos como museos, colegios, cines, universidades, espectáculos deportivos etc.
*Tercer escenario*: Generalización
El escenario de Generalización, Nivel 3, implica que la transmisión del coronavirus se está produciendo sin identificar ni lugares ni focos y, además, con una entrada masiva no identificada e imposible de controlar. En este escenario lo más adecuado es cerrar fronteras y la reclusión en casa con limitación de cualquier contacto con el exterior a lo imprescindible.
Los síntomas del coronavirus son casi "indistinguibles" de los de una gripe. La fiebre es uno de los más comunes existiendo prácticamente en la totalidad de los casos positivos por coronavirus. La tos también está presente en el 80% de los casos. Otra sintomatología muy frecuente es el dolor de garganta. Las mayores diferencias entre la gripe y el Covid-19 son sobre todo en el cuadro inicial, que suele comenzar de forma brusca, y en el número de síntomas. En el caso de la gripe, a la fiebre y a la tos hay que sumar los típicos escalofríos, el dolor de cabeza, la congestión nasal, el malestar general, los dolores musculares y la pérdida de apetito.
Según los criterios que baraja la OMS, la definición de coronavirus implica cualquiera de los síntomas habituales de fiebre, tos, dificultad respiratoria sumado a un contacto de riesgo. En este caso se debe de realizar un “test diagnóstico” y en el protocolo está realizar una prueba RT-PCR, denominada de reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa.
La parte más importante es el aislamiento para evitar nuevos contagios. Afortunadamente para otras cosas estamos en un mundo globalizado, pero en caso de infección y epidemias esta globalización es negativa como mecanismo de expansión y de potenciación de una pandemia.
Por ello es necesaria una cuarentena estricta, un trazado de contactos, y todas las medidas adicionales posibles encaminadas a lograr reducir la velocidad a la que, lentamente, nos iremos contagiando todos poco a poco e inmunizando. Son necesarias medidas drásticas de contención de masificación y circulación de las personas. Hay que tener sensatez y sentido común y autolimitar los contactos a los más imprescindibles. Hay que respetar todas las medidas de contención, de cuarentena, de aislamiento que se establezcan y evitar los lugares concurridos, los viajes de ocio y turismo y las reuniones sociales no imprescindibles o necesarias.
Para frenar la pandemia, es necesario y obligatorio de acuerdo, al protocolo existente de que los enfermos sean aislados, en hospital o en su casa según la gravedad y según los recursos disponibles.
A nivel personal la mejor manera de prevenir la infección es evitar la exposición al virus que causa el coronavirus Covid-19 y mantener una correcta higiene.
Evitar el contacto cercano con personas enfermas.
Evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca con las manos sin lavar.
Lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón o usar un desinfectante de manos que contenga al menos un 60 % de alcohol.
Si está enfermo, para prevenir la propagación de la enfermedad respiratoria a los demás, quedarse en casa.
Cubrirse la nariz y la boca con un pañuelo desechable al toser o estornudar y luego tirarlo a la basura.
Limpiar y desinfectar los objetos y las superficies que se tocan frecuentemente.
Hay dos datos importantes que deben de tener en cuenta las autoridades sanitarias. Una es que de acuerdo a los recientes hallazgos de Fei Zhou del National Clinical Research Center for Respiratory Diseases, ser adulto mayor de edad, mostrar signos de sepsis y tener problemas de coagulación sanguínea cuando ingresa en el hospital son factores de riesgo clave asociados con una mayor posibilidad de muerte por el nuevo coronavirus (COVID-19) y otra es que se ha comprobado que la duración media de la eliminación del virus fue muy superior a la que se está estableciendo como posible “cuarentena”, siendo de 20 días en los sobrevivientes (de 8 a 37 días), siendo además el virus detectable muchos más días y hasta la muerte en los no sobrevivientes.
La eliminación viral extendida observada en estos estudios tiene implicaciones importantes para guiar las decisiones sanitarias sobre precauciones de aislamiento y tratamiento antiviral en pacientes con infección confirmada por COVID-19, siendo recomendable que se exijan pruebas negativas para COVID-19 antes de que los pacientes sean dados de alta de los hospitales ya que de acuerdo con los trabajos de Fei Zhou, los supervivientes del coronavirus conservan la información genética del SARS-CoV-2, el ARN, hasta 20 días después de haber enfermado. Fei Zhou afirma que "Encontramos que el ARN del SARS-CoV-2 detectable persistió durante una media de 20 días en los supervivientes y que se mantuvo hasta la muerte en los no supervivientes".
Este hecho tiene grandes repercusiones epidemiológicas y sanitarias que se deben de adoptar a nivel nacional con implicaciones importantes tanto para la toma de decisiones de aislamiento del paciente como para la orientación sobre la duración del tratamiento antiviral.
¿Qué tratamientos específicos tenemos para combatirlo?
Desgraciadamente tenemos muy poco. En la actualidad no existe una vacuna que proteja contra el coronavirus Covid-19. Tampoco hay un tratamiento antiviral específico para el Covid-19 y lo único que se está haciendo es tratamiento sintomático y experimentando con determinados medicamentos antivirales. Tampoco tenemos inmunidad adquirida como en el caso de la gripe.
Hay que ganar tiempo a ver si hay suerte y como el contagio del virus es a través de las gotas respiratorias que caen en el ambiente, como el virus sobrevive 28 días en la gota si la temperatura es inferior a 10 grados, pero solo aguanta un día cuando hay más de 30 grados, con los calores de la primavera y el verano como indica Isabel Solá, del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) “los coronavirus son virus con envuelta, lo que les hace sensibles a condiciones ambientales como las temperaturas altas, la sequedad, falta de humedad y la luz del sol, de manera que cuando llegue el calor lo previsible es que los virus que salgan en las secreciones de una persona y caigan en superficies externas se inactiven antes, lo que reduciría la transmisión”.
Hay que ganar tiempo hasta que logremos una vacuna o un tratamiento específico. Hacen falta esfuerzos por parte de laboratorios de investigación y multinacionales en la busca de la manera de desarrollar anticuerpos que se puedan unir bien a la proteína S del virus, bien a la proteína ACE2 de las células humanas y bloquear así la infección. Incluso pienso en la posibilidad de desarrollar posibles compuestos terapéuticos antivirales con nanotecnología aplicada.
Como la proteína ACE2 también ayuda a producir otra molécula esencial para las células del intestino hay investigadores que sugieren que esa molécula también podría funcionar como un tapón que impida que el nuevo virus SARS-CoV-2 pueda anclarse a las células humanas y comenzar una infección.
Todo desarrollo de investigación es bienvenido.
En la actualidad hay varias empresas multinacionales que están trabajando en busca de nuevos antivirales específicos y en una potencial vacuna. Entre ellos los laboratorios Takeda están buscando un medicamento basado en la sangre de pacientes que se recuperaron de Covid-19. La idea es que los anticuerpos extraídos de los pacientes podrían estimular el sistema inmunológico de los nuevos pacientes. Otro laboratorio Gilead, junto con la Universidad de Nebraska están trabajando en un antiviral específico el remdesivir, que fue en su momento desarrollado originalmente para tratar el ébola y en estudios con animales fue prometedor en el tratamiento del SARS y MERS, que son causados por coronavirus.
Otro laboratorio, Moderna, está trabajando en una vacuna que codifica una forma estabilizada de prefusión de la proteína Spike (S) del virus. En China, China Resources Pharmaceutical Group y China Medicine Health Industry están administrando a los pacientes infectados un medicamento, la cloroquina que parece ser efectivo en el tratamiento del coronavirus sin efectos secundarios graves. En China también, Zhejiang Hisun Pharmaceutical Co. está administrando otro antiviral el favipiravir que es un antiretroviral usado para pacientes con HIV.
Por su lado SANOFI y la Biomedical Advanced Research and Development Authority (BARDA), están en estudios preclínicos avanzados con una vacuna contra el SARS. Innovation Pharmaceuticals también está evaluando el Brilacidin un fármaco que ha demostrado actividad antibacteriana, antiinflamatoria e inmunomoduladora efectiva. Inovio Pharmaceuticals por su parte está colaborando con el Beijing Advaccine Biotechnology en una vacuna, la INO-4800, específica contra el coronavirus. Vaxart está trabajando en una vacuna recombinante oral. CytoDyn está estudiando el leronlimab que es un antagonista CCR5.
En definitiva, hay un rayo de esperanza ya que estos y muchos más laboratorios a nivel mundial como LineaRx, subsidiario de Applied DNA Sciences junto con Takis Biotech, Novavax, BioCryst Pharma, y Regeneron Pharmaceuticals, entre otros, están investigando para el desarrollo de vacunas y tratamientos antivirales específicos para esta pandemia que azota en estos momentos a la humanidad. Con ayuda de todos ellos y sobre todo con nuestra propia ayuda de contención de la propagación la batalla estará ganada.
En su día cuando en 1972 dos grandes microbiólogos de la humanidad Macfarlane Burnet y David White predijeron que “el pronóstico más probable sobre el futuro de las enfermedades infecciosas es que será muy aburrido” se equivocaron. Realmente esto fue cierto durante años y las infecciones solo interesaban a los historiadores y epidemiólogos hasta la aparición del HIV, del ébola, del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) y ahora el Covid-19, momentos en que las enfermedades contagiosas continúan amenazando a la humanidad.
Recientemente este 12 de marzo de 2020, el doctor David Jones del departamento de Salud Global y Medicina Social de la Universidad de Harvard ha publicado en el New England Journal of Medicine una reflexión que considero muy importante y adecuada para el momento actual: “Charles Rosenberg, quien encontró inspiración en ‘La Peste’ de Albert Camus para elaborar una descripción de la estructura arquetípica de un brote epidémico, dijo que las epidemias se desarrollan como dramas sociales en tres actos. Los primeros signos son sutiles. Ya sea influenciado por un deseo de tranquilidad o una necesidad de proteger los intereses económicos, los ciudadanos ignoran las pistas de que algo está mal hasta que la aceleración de la enfermedad y la muerte obliga a un reconocimiento renuente. Este reconocimiento lanza el segundo acto, en el que las personas exigen y ofrecen explicaciones, tanto mecanicistas como morales. Estas explicaciones, a su vez, generan respuestas públicas. Estas respuestas pueden hacer que el tercer acto sea tan dramático y perturbador como la enfermedad misma. Las epidemias eventualmente se resuelven, ya sea sucumbiendo a la acción social o agotando el suministro de víctimas susceptibles”. Como lo expresó Rosenberg: "Las epidemias comienzan en un momento en el tiempo, avanzan en un escenario limitado en espacio y duración, siguen una línea argumental de tensión reveladora creciente, avanzan hacia una crisis de carácter individual y colectivo, y luego derivan hacia el cierre". Este drama ahora se desarrolla con Covid-19, primero en China y luego en muchos países del mundo.
Como dice David Jones, “las epidemias proporcionan un dispositivo de muestreo para el análisis social. Revelan lo que realmente le importa a una población y a quién realmente valoran, siendo un aspecto dramático de la respuesta epidémica el deseo de asignar responsabilidad. Desde judíos en la Europa medieval hasta vendedores de carne en los mercados chinos, siempre se culpa a alguien. Este discurso de culpa explota las divisiones sociales existentes de religión, raza, etnia, clase o identidad de género. Luego, los gobiernos responden desplegando su autoridad, con cuarentena u vacunación obligatoria, por ejemplo. Este paso generalmente involucra a personas con poder y privilegios que imponen intervenciones a personas sin poder o privilegios, una dinámica que alimenta el conflicto social”.
Me permito usar esto como reflexión y digo: aprendamos de la historia pasada y de la experiencia actual. Cuando la gripe golpeó a los Estados Unidos en 1918, diferentes ciudades respondieron de diferentes maneras. Algunos pudieron aprender de los errores de aquellos que fueron golpeados primero. Las ciudades que implementaron controles estrictos, incluidos el cierre de escuelas, prohibiciones de reuniones públicas y otras formas de aislamiento o cuarentena, desaceleraron el curso de la epidemia y redujeron la mortalidad total. En la actualidad la respuesta agresiva de China creo que también ha retrasado la propagación mundial del brote actual.
Me gustaría finalizar con unas palabras del propio David Jones que asumo: “La historia de las epidemias ofrece consejos considerables, pero solo si las personas conocen la historia y responden con sabiduría”.