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La universidad ayuda a conformar una personalidad emprendedora, pero no enseña a emprender
Mon, 22/05/2023
El emprendimiento es un camino incierto, sea a nivel empresarial o no. Una andadura llena de obstáculos, y donde hay que tener muy claro por qué se empieza para superarlos. Bueno, eso y tener dos armas importantes: una personalidad férrea y unas habilidades y experiencia propicias. Los estudios universitarios han demostrado tener un efecto diferenciador en el éxito o fracaso de una aventura emprendedora, pero más por ayudar a forjar esa personalidad que por dar los conocimientos necesarios para emprender.
Por Alberto Orellana
Es una de las principales conclusiones de la tesis de Joaquín Puerta: La influencia de los estudios universitarios en los factores de éxito y fracaso del emprendimiento. El ya doctor de la UDIMA ha identificado qué rasgos de la personalidad refuerzan las opciones de éxito de un proyecto emprendedor, y por dónde debería ir la universidad si quiere formar, no sólo mejores emprendedores, "personas con mayores competencias profesionales y mejores cualidades humanas".
Al final, hablar de emprender puede ser muy amplio. De hecho se trata de un concepto sobre el que no hay una definición cerrada: vale para quien abre un negocio modesto hasta quien inicia un plan empresarial con objetivos ambiciosos y muchos medios. Cada proyecto tiene sus propios rasgos, objetivos y subjetivos. Quizás por ello en parte se antoja difícil englobarlo todo en una sola respuesta.
Y es posible que, por esa mezcla de realidades y circunstancias, también haya una respuesta doble a la pregunta clásica: ¿el emprendedor nace o se hace? Para el doctor son ambas. Hay que tener una "propensión natural" a buscar oportunidades de negocio y asumir los riesgos que implican. Pero es un rasgo que se puede desarrollar por "imitación" del entorno en que se desenvuelve el individuo, o porque éste "voluntariamente" decide potenciarlos, abunda.
La cuestión es que, como ha demostrado Puerta en su tesis, son los factores "psicológicos" los que se han revelado "como los más determinantes en el resultado de los proyectos empresariales", explica. Demostrar autoconfianza, liderazgo, resiliencia... pesa más para ser exitoso al emprender que las habilidades y destrezas propias del ejercicio emprendedor. Y es en esta conformación de la personalidad del individuo tendente a la aventura empresarial donde la universidad "se ha mostrado eficaz". ¿Qué falla entonces?
Perseverante, creativo y vendedor
Ahí es donde Puerta incide: Si, además de ayudar a conformar la personalidad (como reconocían los propios encuestados) la universidad orientara el esfuerzo a "transmitir los valores emprendedores" y las habilidades relacionadas con la gestión empresarial, "se lograría obtener personas capaces de iniciar y liderar proyectos empresariales con muchas más posibilidades de éxito". La pregunta que el doctor Puerta ha tratado de responder con su trabajo es ¿qué rasgos y valores haría falta potenciar?
El doctor se queda sobre todo con dos aspectos: la resiliencia como actitud, y varias habilidades y competencias. Para él es fundamental no rendirse, y cuando hay problemas es donde se demuestra en muchos casos si hay verdadera motivación; si uno abraza realmente la razón por la que emprende. "Se puede y se debe formar alumnos más resilientes", ataja, tanto si van a emprender como si no. "Pues la resiliencia enseña a medio y largo plazo que el verdadero éxito surge de ser capaz de superar los fracasos".
Por ello Puerta recomienda a las universidades que trabajen en tres líneas: transmisión de valores empresariales, poner al profesor como eje formativo y poner en marcha metodologías prácticas y experimentales. Es decir, hacer sentir al estudiante "la exigencia de la excelencia", al tiempo que se le dota de las "herramientas y del apoyo para saber en todo momento que es capaz de superar la adversidad". Para ser perseverante, en suma.
Por otro lado, aunque esa resiliencia (forjada a base de autoconfianza el liderazgo) es esencial, contar con ciertos ases en la manga "aumenta notablemente las posibilidades de éxito". Diversas investigaciones durante su trabajo de tesis permitieron a Puerta hacer una breve selección: saber dirigir personas; dominar las nuevas tecnologías; tener experiencia y conocimientos previos emprendiendo (gestión empresarial); tener habilidades comerciales y manejar herramientas de marketing; así como desprender creatividad y capacidad innovadora.
Un cóctel maravilloso con dos ingredientes que él valora especialmente: la capacidad creativa y la destreza comercial. Ser innovador y saber vender son dos buenas cartas con las que jugar en el intenso duelo del emprendedor. Ya sea para detectar oportunidades y dar con soluciones ante problemas imprevistos, como para persuadir a clientes, inversores y colaboradores.
Universidad y motivación
En su trabajo, Puerta recoge que uno de los motivos por los que más fracasan los emprendedores es que, ante los infortunios más impredecibles del correr emprendedor, muchos se vienen abajo. Algo que para él demuestra dos cosas: que el éxito, como concepto subjetivo que es, requiere de escalas lo más objetivas posibles para medirlo (como se ha afanado en su investigación); y que la universidad tiene que buscar cómo cambiar el enfoque de enseñanza, hacia ese más práctico y experimental (como lo es emprender).
Porque la universidad aporta conocimiento, pero se trata de un conocimiento "conocido, valga la redundancia". "Y lo que el emprendimiento de calidad requiere es un conocimiento innovador, es decir, partir de algo conocido para generar algo nuevo", aclara Puerta. El éxito puede medirse de forma externa e interna (y no es lo mismo analizar un proyecto que al emprendedor en sí).
En cualquier caso, el emprendimiento puede perdurar o no, pero será exitoso según métricas objetivas (ventas, empleados) o subjetivas, las que considera el propio emprendedor. Cuando esa evaluación del éxito la hace el propio emprendedor tiene en cuenta sus propios objetivos, "aquellos que tenía cuando inició el negocio que, además, están muy relacionados con el motivo que le llevó a emprender". De ahí esa importancia de la motivación, y no sólo de los conocimientos y habilidades.
Ahora bien, si decimos que el emprendimiento que perdura y aporta a la sociedad tiene su origen en el conocimiento, Puerta explica lo que quiere decir: "Que a un mayor nivel de conocimiento de los individuos que conforman una sociedad, mayores son las posibilidades de que estos mismos individuos generen innovaciones susceptibles de ser explotadas y aporten beneficios para la sociedad". Eso es un éxito global, del que se puede beneficiar toda la comunidad.