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¿Es peligroso pertenecer a una masa? "Si es destructiva, sí"
Thu, 11/11/2021
El doctor Rodolfo Gordillo en su exposición en la XXI Semana de la Ciencia.
"Construirse a uno mismo nunca pasa por destruir, sino por encontrar mi significado y mis alegrías, tanto a través de alguna masa afín como de mi propia individualidad". Desconocemos si la frase es suya, pero Rodolfo Gordillo cerró así su conferencia enmarcada en la XXI Semana de la Ciencia en la UDIMA, que se celebra entre el 2 y el 12 de noviembre. Las comilla resumen bien el pequeño granito de arena que intentó aportar: generar más dudas (y ganas de aprender) sobre cómo nos afectan las emociones.
Por Alberto Orellana
Es decir, lo que el doctor en Psicología traía a colación buscaba ante todo una reflexión sobre El papel de las emociones en la sociedad y su efecto en la vida personal del individuo. Con este título el profesor de la UDIMA explicó brevemente el funcionamiento de las emociones en las masas, y cuándo hay que tener cuidado si pertenecemos a una. Porque una de las primeras características de la masa es que es resistente al cambio y se acelera por momentos con tal de lograr el objetivo que persiga, sea bueno o no tanto...
La masa se basa en las emociones, que se ponen en marcha guiadas por un determinado factor o factores, y se aceleran gracias a las emociones (miedo, tristeza, euforia, alegría, ira…). A más emoción, más intensidad. Y para desencadenar esas emociones, los sentimientos "son el puente". Somos "la única especie" que apela al honor, al orgullo, la libertad, la fe... para influenciar. Y una vez estamos influenciados, la masa vuelve esas sensaciones en algo "incontrolable", abunda el doctor.
Perdemos la razón y el control por esa intensidad con que se activan las emociones (como en una arenga épica antes de una batalla). Se produce "un desborde de dopamina" que activa y desactiva ciertas partes neurológicas. Y eso no cambia hasta que se cumple el objetivo (o se frustra por un factor externo). "Un circuito cerrado de principio a fin", señala el profesor del Grado en Psicología de UDIMA.
"Unidad de contagio"
Ese punto se alcanza en parte gracias un sentimiento "fundamental": el de pertenencia. Llega a ser tan importante como para unir a un colectivo tan destructivo como el suicida, simplemente por ser suicidas frustrados. Es decir, donde sólo importa "tener un objetivo compartido". Más que bueno o malo, ese concepto de destrucción o construcción es lo que divide a las masas en estas dos grandes categorías, explicaba Gordillo.
"Hay masas que usan ese sentimiento de pertenencia para construir o para destruir. Un difícil equilibrio en el que nos movemos las sociedades y sus masas". Según el docente, este sentimiento de pertenencia es necesario para caer en ese "estado de flow" propio de la masa; para lo bueno y para lo malo. Y para llegar a ello cada individuo cumple una función. ¿Cuál? Ser una unidad de contagio. "Las masas nos necesitan como unidad de fuerza y de contagio. ¿Qué aporto a la masa? Inercia, aceleración y determinación".
Por tanto, cuando estamos en una masa, se pierde ese control, movido por una aceleración sentimental de pertenencia y emociones desbordadas... ¿Puedo ser constructivo? Sí, por ello ante la pregunta ¿es peligroso que yo pertenezca a una masa?, la respuesta es "depende". Depende de "quién me quiera contagiar, el entorno en el que me mueva y cuál sea el objetivo identitario" de la masa.
Vulnerabilidad y humanidad
Para saber si es peligroso, habrá que analizar por tanto si la masa tiene objetivos destructivos. Porque puede que nos demos cuenta, pero también puede que no, o que sea demasiado tarde, como ha ilustrado el doctor Gordillo. Todo parte de una duda razonable. La llamada "disonancia cognitiva" entre lo que hago y lo que la naturaleza me dice sobre cómo se debe actuar. Afortunadamente nos cuesta menos ser empático y amable que lo contrario.
Sin embargo, matizaba, también se puede dar el otro extremo. Especialmente cuando tenemos vulnerabilidades en nosotros mismos y nuestro entorno; ahí "podemos ser fácilmente captados en relación a discursos identitarios; son dos caras de la misma moneda". Y en momentos de convulsos como el actual "somos más vulnerables".
En cualquier caso, esa disonancia es la que nos puede hacer salir de masas destructivas como los cabezas rapadas o los suicidas. Cuando nos damos cuenta de que la masa apela al orgullo arrogante, a "poner la valoración de nosotros mismos en manos de otros". Es el principio para acercarnos a los llamados "predictores de identificación universal con la humanidad". Elementos que, potenciados, nos acercan a masas constructivas.
Y que además encierran el quid de la cuestión para alcanzar nuestra propia felicidad. Diferentes estudios subrayan tres grandes predictores de identificación humana: apertura a la experiencia, empatía y universalismo-tolerancia. Hay que trabajarlos frente a los "mediadores negativos", o elementos que pueden inclinar la balanza en sentido contrario (autoritarismos o dominancia social).
En definitiva, para salir de una masa negativa y aproximarnos a nuestra felicidad, debemos trabajar por ser elementos de contagio constructivos. Y eso empieza por "trabajar nuestra propia felicidad". Tanto por significado (proyecto vital) como por alegría (emociones). Esta última es la que se desarrolla "en el presente", según Gordillo. Y se basa en trabajar "mi individualidad" (mis ratitos, ser generoso, amar, amarme y ser amado…). Es decir: (leer primera frase).