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María Frenzi Rabito: “El TEPT no tratado no muestra mejoría con el tiempo, sino que tiende a empeorar”
Thu, 30/05/2024
María Frenzi Rabito, la primera a la derecha de la imagen
La profesora del Grado en Psicología de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, doctora María Frenzi Rabito, advierte que el TEPT, el trastorno por estrés postraumático, si no es tratado, no solo “no muestra mejoría con el tiempo, sino que tiende a empeorar”. Es una de las consideraciones que acaba de compartir durante su intervención como ponente en el prestigioso Seminario ‘Trauma y depresión, la herida (in)visible’, organizado por Lundbeck y que ha tenido lugar en Cataluña.
Redacción UDIMA Media
El impacto del trauma, explica, puede variar significativamente en función de diversos factores, como el género, la edad, la frecuencia y la naturaleza de las experiencias traumáticas, así como los recursos personales y el apoyo social disponibles. Por lo general, apunta la profesora de la UDIMA, “el impacto es más pronunciado en individuos más jóvenes, cuyos sistemas están menos desarrollados”.
En cuanto al género, existen diferencias en cómo se manifiestan los síntomas. Así, las mujeres tienden a experimentar más síntomas depresivos y somatizaciones, mientras que los hombres pueden mostrar un aumento en el abuso del alcohol e irritabilidad, por ejemplo. La repetición de eventos traumáticos, especialmente cuando implican figuras de apego, “también aumenta el impacto, siendo más grave con cada repetición y con la presencia de múltiples tipos de trauma”.
Además, agrega la doctora Rabito, es posible que donde se produce un tipo de trauma, especialmente en contextos relacionales y no en eventos únicos como un accidente de tráfico, puedan estar ocurriendo otros traumas. El apoyo social, considera esta experta, también es decisivo en muchas ocasiones en el nivel de impacto que puede tener una situación traumática en una persona, ya que, apunta, “incluso, en ocasiones, la falta de protección o de comprensión de la situación por parte de seres queridos resulta ser igual o más devastadora que el impacto de la propia situación traumática”.
A nivel personal, prosigue, el trauma impacta directamente la percepción de seguridad de la persona, que se traduce en que “hay una pérdida de confianza en sí mismo y en los demás”. “El futuro se percibe como incontrolable y pueden aparecer problemas de conducta como una respuesta al estrés y a la incapacidad para manejar situaciones emocionales de manera efectiva, así como dificultades en la regulación emocional”, agrega.
Todo esto, indica la doctora, influye en la autoestima de las personas con trauma “donde la culpa y la vergüenza pueden minar significativamente la autoevaluación”. También se puede encontrar otros síntomas frecuentes en personas con trauma como amnesias, somatizaciones, conductas adictivas y autoagresivas y disociación.
Igualmente, se producen cambios cerebrales a nivel funcional y estructural. Hay estudios que han podido demostrar alteraciones en las regiones del cerebro más vulnerables al estrés, llegando incluso algunos a concluir que, las personas maltratadas y no maltratadas con el mismo diagnóstico primario según DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Quinta Edición) parecen ser clínicamente y neurobiológicamente distintas.
El trauma, además, es un factor de riesgo para padecer otras comorbilidades, repercute en el desarrollo del tratamiento y hace que los trastornos tengan un inicio más temprano y más grave.
A nivel social y familiar, el trauma puede tener impactos significativos que alteran la interacción y el bienestar de una persona en su comunidad y hogar. En este sentido, comenta que “pueden llegar a presentar dificultad para conectar con otras personas, conductas agresivas hacia otros como una forma inadaptada de manejar el estrés, incomprensión por parte del entorno, aislamiento y todo ello derivar en conflictos en las relaciones”.
En lo que concierne al nivel funcional y laboral, el trauma puede afectar la capacidad de una persona para desempeñarse eficazmente en el trabajo y otras áreas de la vida. De este modo, pueden presentar “problemas de concentración” ya que pueden experimentar dificultades para mantener la atención y concentrarse en las tareas del presente debido a la intrusión de pensamientos o recuerdos relacionados con el trauma. El aislamiento y la falta de seguridad personal también pueden influir en esta área, afectando la toma de decisiones y el manejo de situaciones estresantes.
En este contexto en el que juega un papel fundamental, se diría que decisivo, la terapia psicológica en el abordaje del trauma psicológico. Por ello, subraya la profesora de la UDIMA, es “crucial destacar que el TEPT no tratado no muestra mejoría con el tiempo, sino que tiende a empeorar, subrayando así la importancia de intervenir de manera oportuna”.
Al respecto, muchos problemas, incluyendo la depresión, han sido muy estudiados en cuanto a la eficacia de diversos tratamientos, su etiología y la relación que tiene el trauma, pero, a su juicio, “la realidad es que en muchos casos, los tratamientos actuales siguen sin ser del todo eficaces y cada vez nos encontramos con más casos de depresión y un inicio más temprano”.
Por lo tanto, destaca María Frenzi Rabito, abordar psicológicamente el trauma es “fundamental para resolver los síntomas asociados”. Cada vez más estudios respaldan la eficacia del abordaje psicológico del trauma en el tratamiento de la depresión y otros trastornos, lo que sugiere que la falta de respuesta a los tratamientos actuales podría deberse en parte a la falta de atención al trauma subyacente.
En cuanto al momento de iniciar el abordaje del trauma, ya sea en casos asociados a la depresión u otros trastornos, “la respuesta es lo antes posible”. Una intervención temprana en trauma puede ayudar a regular el sistema, minimizar el impacto y prevenir consecuencias más graves en todos los niveles.
“Idealmente, según mi punto de vista, cada individuo debería contar con un psicólogo de referencia a lo largo de su vida, al igual que tenemos pediatras y médicos de cabecera para la salud física, para brindar apoyo continuo y ayudar a convertir las heridas emocionales en cicatrices a lo largo del tiempo”.