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Aranda de Duero acoge una exposición del Ejército del Aire comisariada por profesoras de la UDIMA
Sat, 21/12/2019
Las profesoras Lara
Desde el 28 de noviembre puede visitarse la exposición ‘Volar, Historia de una aventura’ en la Sala de Exposiciones de la Casa de Cultura de Aranda de Duero (Burgos), organizada por el Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire (SHYCEA), del que es director el general de División Pablo Gómez Rojo, con los paneles escritos por las profesoras de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, Laura Lara y María Lara, historiadoras del SHYCEA.
Una veintena de piezas recorren la Historia de la Aviación militar española. La muestra tiene el objetivo de dar a conocer el Ejército del Aire en aquellas ciudades en las que este no tiene presencia física. Esta exposición recorre las vicisitudes más importantes acaecidas durante sus años de existencia, desde finales del siglo XIX, con la creación del Servicio de Aerostación Militar en 1884, hasta nuestros días.
Se presta especial atención al burgalés Diego Marín Aguilera (Coruña del Conde, 1757-idem, 1799), uno de los precursores de la ciencia aeronáutica en España. Preocupado por la mecánica del viento en los molinos, aspiró a volar como las aves, observando en sus jornadas como pastor y agricultor el vuelo sereno de las águilas y el movimiento de sus alas.
Por ello, ideó construir un aparato más pesado que el aire para que volara una persona. El herrero del pueblo le facilitó el armazón y unas articulaciones de hierro de forja para que las alas se movieran en abanico, así como unos estribos con el fin de meter los pies.
Esta enorme máquina-pájaro fue creada en seis años. Y en la noche del 15 de mayo de 1793, acompañado de su confidente Joaquín Barbero y de una hermana de este, emprendió el vuelo desde la peña más alta del castillo diciendo "Voy a Burgo de Osma, de allí a Soria y volveré pasados unos días". Alcanzó de cinco a seis varas de altura sobre el punto de partida, poniendo rumbo a Burgo de Osma. Tomó tierra al otro lado del río después de recorrer 431 varas castellanas, equivalentes a 360 metros.
La premura del aterrizaje se debió a la rotura de uno de los pernos que movían las alas. Al día siguiente, los vecinos se mofaron del inventor, lo tildaron de loco y prendieron fuego al plumífero aparato. La Inquisición consideró buena la acción "ludista" para evitar que Diego se lesionara y este fallecería, quizás desanimado por ver cercenadas sus alas, seis años después, a la edad de 44.
Laura y María Lara alientan desde los paneles de su autoría a todos los visitantes de la exposición que “toda persona pueda volar tan alto como su esfuerzo y su dedicación le permitan, aunque ello conlleve navegar contra corriente”.
El SHYCEA es el organismo responsable de la catalogación, investigación y divulgación del Patrimonio Histórico, Cultural, Documental y Bibliográfico del Ejército del Aire, encontrándose adscritos al mismo el Instituto de Historia y Cultura Aeronáutica y el Museo de Aeronáutica y Astronáutica.