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La UDIMA presenta el libro ‘Discurso, comunicación y gestión del aula de ELE’
Tue, 05/04/2022
Iris Celorrio, Carolina Arrieta y Aurora Centellas, en el acto de presentación.
Siete capítulos, nueve autores y 272 páginas. Estas son las cifras de la última propuesta de la colección Ámbito ELE de la UDIMA. La Universidad ha presentado este martes el monográfico Discurso, comunicación y gestión del aula de ELE con la intención de aportar material de calidad aplicado a la enseñanza de segunda lengua que reflexione sobre la figura del profesor y su rol en el aula. Desde las competencias hasta ejemplos de gamificación, para hacer del aula ELE un entorno más accesible y efectivo de enseñanza.
Por Alberto Orellana
Si la bibliografía especializada sobre ELE no es excesiva, parece "aún menor" la atención que recibe el profesor de ELE, comentaba la coautora y coordinadora del proyecto, Carolina Arrieta. La profesora del Máster ELE de la UDIMA moderó el acto en el auditorio del Campus de la UDIMA, junto con la directora de la colección, Aurora Centellas, y la encargada del desarrollar con Arrieta el último capítulo, Iris Celorrio.
Lamentablemente no pudieron acudir los restantes moldeadores del libro Javier de Santiago Gervós (responsable del capítulo quinto) y Virginia González (del sexto).
De esa figura, el profesor, y sus habilidades, se encarga el primer capítulo del libro, que elabora Arrieta. De los perfiles como docente, aprendiz continuo e investigador y su rol según las competencias clave que planteaba el Instituto Cervantes en 2012. Rasgos del profesor de lenguas extranjeras como "artífice y guía" del espacio de aprendizaje, y que van desde ser un buen evaluador, hasta saber gestionar lo afectivo, o afrontar el reto digital.
Virtualmente, las coautoras estuvieron acompañadas por algunos de los especialistas que han elaborado el texto, y que destacaron lo esencial de cada capítulo. Un repaso para dar el "reconocimiento y atención necesarios" al docente de lenguas extranjeras, comentaba Arrieta. Porque "el español es uno de los grandes motores de patrimonio cultural y riqueza del mundo hispanohablante, tiende puente entre regiones, favorece los negocios y el acceso a la formación y la cultura".
Discurso y autocrítica
Jaume Batlle, coautor del primer capítulo y profesor de la Universitat de Barcelona, esbozó la importancia del discurso docente en el ámbito ELE. Una visión de raíz académica pero "carácter divulgativo" para enfrentar el discurso generado y el aportado por el docente en el aula. Y su revisión con las pautas del Instituto Cervantes para estar siempre formados y escuchar, analizar y mejorar el discurso como profesionales de la enseñanza.
En este sentido, Battlle comentó junto con su homóloga y compañera de capítulo, Vicenta González, la utilidad de grabarse en el aula para reflexionar sobre dicho discurso. "Dejamos de grabarnos cuando llevamos un tiempo en clase", reconocía la profesora, pero subrayó que "se aprende mucho de uno mismo", y que los profesionales deben perder ese miedo a hacerlo. Porque además "no basta con ser nativo" y tener experiencia.
Se puede dar un empujón a esa mejora como profesores si practicamos la "autoobservación". Porque muchas veces cuando no estamos satisfechos con algo sin saber por qué, podemos terminar "cambiando lo que sí funcionaba", explicaba González. El libro facilita esas fichas de análisis del estilo del profesor en sus clases: tics, muletillas, vicios... y hacerlo con compañeros de profesión suele ser mucho más efectivo y motivador, apuntó.
Co-construcción, mediación
Recogió el testigo subrayando esa opción de autocrítica la profesora de la Universidad de Zaragoza, Alicia Clavel. En su capítulo ahonda sobre cómo entrenar a los profesores para aprender a percibir esos momentos de conversación experiencial que se dan en el aula. Contextos de charla "libre, simétrica" con el alumno, que se ve más motivado a hablar, principalmente porque se acercan más a las situaciones "de la vida real".
Clavel reivindica estas conversaciones, "un poco el sueño que tienen los profesores", porque además permiten un aprendizaje mucho más "evidente". Porque dan la posibilidad de crear conversaciones de grupo y "co-construir significados con el alumnado", abundaba. El estudiante se motiva, intenta expresarse sobre sí mismo como en su lengua materna o dominante, y se hace responsable de la conversación, la dota de "autenticidad"; aprende.
Por su parte, el responsable del cuarto capítulo, Adolfo Sánchez, expuso el potencial de la mediación como propuesta didáctica en el ámbito ELE. Una estrategia que se planteó en 2001, pero no se concretó hasta 2020, la última actualización del Consejo de Europa en materia de competencias de enseñanza. El profesor de la Universidad de Granada destacó tres ejemplos de actividades que el docente puede plantear en el aula, y lo que aportan.
Las aplicaciones prácticas intralingüísticas (con destrezas), interlingüísticas (español-inglés) y estrategias de empatía y resolución de conflictos "sitúan" el aprendizaje y lo "enriquecen". Sitúa porque la mediación es un modo de comunicación en sí mismo, señalaba.
Y enriquece porque atiende elementos que se no siempre se han abordado con la misma intensidad históricamente: la dimensión interlingüística, la interpersonal (gestión entre personas), la multimodalidad y competencia intercultural (factor clave como mediador), las destrezas de aprendizaje cooperativo... "Todo ello tiene un impacto en el aula".
¿Gamificación o juego?
Para cerrar el acto, Iris Celorrio intervino explicando qué es hacer juegos para aprender y qué es gamificar un contenido didáctico, en ELE o cualquier ámbito. Porque, como decía Arrieta "a todos nos gusta jugar, pero ¿qué es lo interesante de esta dinámica?". Diversas investigaciones han demostrado que el juego tiene elementos que motivan al alumno, y sirve como herramienta didáctica que el docente debe combinar en su aula.
Plantear un reto, desafío, para poner de forma práctica los contenidos del aula, ya motiva en sí mismo al alumno, además de que permite interactuar entre ellos y aplicar diversos ámbitos del lenguaje, desgranaba Celorrio. "Las dinámicas de juego pueden resultar muy provechosas para el ámbito ELE, en clase, y mejorando el aprendizaje global en el aula".
Pero poner varios juegos ¿es gamificar? No. La gamificación va un poco más allá, pues significa "emplear elementos de juego en contextos que no lo son". Es decir, "no tiene por qué suponer un juego en sí completo, sino que se ayuda de esos elementos para motivar a los alumnos. Establecer retos, dar puntos, niveles... Cuanto más alejado del mundo cotidiano se encuentre y tenga una narrativa más desarrollada, mejor".
El último capítulo desglosa los rasgos de juegos y gamificaciones, y establecer las pautas para ponerlos en marcha: Plantear objetivos, contenidos didácticos a cubrir, emociones, mecánicas... y planificarlo en sesiones. La gamificación puede llevar "varios días, semanas, un trimestre...", lo importante es concretar el horario y clases específicas a aplicarlo, dice.