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Javier Cabo: "No se puede revertir la muerte y devolver la vida a cadáveres"
Lun, 22/04/2024
Alrededor de la criogenización humana, existen bulos, mentiras, y leyendas que divulgan algunos charlatanes sin formación científica en este campo de la criobiología, impartiendo charlas, mezclando conceptos avalados y útiles a nivel científico y clínico del campo de la medicina y criobiología, como la criopreservación y vitrificación, los trasplantes de órganos, y la clonación humana, con la criónica, procedimiento que no pertenece al campo de la ciencia médica, siendo algo más afín del campo sensacionalista del mundo de la fantasía y la ciencia ficción.
Redacción UDIMA Media
Personas que, sin tener conocimientos científicos ni preparación en medicina, dan charlas sensacionalistas, en ámbitos no médicos, creando falsas expectativas en la población que los escucha, hablando de la resurrección de cadáveres o cerebros congelados y almacenados en nitrógeno líquido, para proceder a la curación de la enfermedad que originó la muerte, colaborando con “empresas funerarias” sin escrúpulos, que participan en el engaño.
Para aclarar estos conceptos y poner en claro cuál es en realidad el estado del arte en relación con la criogenización humana, Canal Cuatro TV concertó una entrevista con un científico experto en criopreservación, siendo elegido para ello el catedrático Javier Cabo, director del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA.
La entrevista para el programa ‘Todo es Mentira’ del Canal Cuatro de televisión, se realizó este pasado viernes, en la sede de la Clínica Cardiológica Internacional de Madrid, en la calle Ramón de la Cruz, donde el doctor Javier Cabo, cirujano cardiovascular, y además Catedrático de Gestión Sanitaria de la Universidad UDIMA, dirige el área de Cirugía Cardiovascular, junto con los doctores Eduardo García y Evaristo Castedo.
Javier Cabo es un experto en el campo de la criopreservación celular y de órganos humanos, reconocido a nivel internacional, habiéndose formado en este campo en los años 80 en el centro tecnológico pionero a nivel mundial Cryolife, en Atlanta, Georgia (USA).
Posteriormente Cabo creó y dirigió la primera Unidad de Corazones Criopreservados con el método Cryolife de Europa, en el Hospital Universitario La Paz de Madrid, empleando homoinjertos aórticos y pulmonares criopreservados, y posteriormente almacenados en nitrógeno líquido a 196 grados bajo cero, en las correcciones quirúrgicas de cardiopatías congénitas complejas.
Siguiendo con sus investigaciones en el campo de la criobiología y en el mundo del trasplante de corazones, desde las Cátedras de Ingeniería Biomédica en la Universidad Católica de Murcia (UCAM); de Gestión Sanitaria y Ciencias de la Salud en la Universidad de Madrid, UDIMA; de Investigación Biomédica en la Universidad Católica Nordestana (UCNE); de Telemedicina y Computación Ubicua en la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), y desde BIONECA (Biomaterials and Advanced Physical Techniques for Regenerative Cardiology and Neurology), junto con el físico Ramón Risco, profesor titular del Departamento de Física Aplicada de la Universidad de Sevilla, desarrollaron en 2017 un proyecto internacional de investigación a nivel europeo, el proyecto VitriOrgan de criopreservación de órganos aislados, enfocado al potencial desarrollo de un Banco de Corazones y Órganos criopreservados mediante el uso de la nanotecnología, para su empleo como donantes en trasplantes.
Proyecto coordinado con diferentes universidades internacionales, como el Hospital Europeo George Pompidou de Paris y la Universidad Paris Descartes (Paris, Francia), el Institut de Recherche Expérimentale et Clinique de la Universite Catholique de Louvain (Bélgica), el The Hebrew University of Jerusalem (Israel), la Leibniz Universität Hannover (Alemania) y la Loughborough University de Londres (Reino Unido).
En este proyecto se utilizaron técnicas de vitrificación, asociada con nanotecnología aplicada mediante la adición al anticongelante durante el proceso de congelado de proteínas de unión al hielo, (ice binding proteins iBP) para evitar la formación de cristales y la consecuente rotura de la membrana celular durante los procesos de enfriamiento y posterior fase de descongelado, empleando además inteligencia artificial asociada para, posteriormente, extraer las citadas partículas iBO, mediante la aplicación de pulsos magnéticos alternos a través de Tomografía Computerizada asociada durante la fase de descongelado.
Un proyecto que presentó Javier Cabo en 2018 en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Madrid como conferenciante invitado en el Congreso Mundial de la Sociedad Internacional de Criobiología (Society for Cryobiology) “CRYO2018”, siendo presentados sus resultados obtenidos en diferentes órganos como el corazón, el riñón y el hígado por los doctores Javier Cabo y Ramón Risco en diferentes congresos de la Sociedad Española de Investigaciones Quirúrgicas y en reuniones internacionales de BIONECA.
Durante la entrevista, a la pregunta inicial formulada por el publicista Risto Mejide, director del programa ‘Todo es Mentira de Canal Cuatro, de si existe alguna evidencia científica para creer en la posibilidad de “revertir la muerte y devolver la vida a los cadáveres y cerebros congelados en nitrógeno líquido a 196 grados bajo cero”, almacenados en las funerarias Alcor de EEUU y KrioRus de Rusia, y otras empresas similares, Javier Cabo respondió de manera categórica que no, que estos procedimientos de la criónica con cadáveres son un total sinsentido, y que no hay ninguna evidencia científica que avale dichos procedimientos, sino todo lo contrario, considerando la criónica con congelación cerebros aislados, un tema, más que científico, de película de ciencia ficción.
Procedimiento de criogenización de cadáveres y cerebros que en palabras del doctor Cabo, los considera inviables a nivel de utilidad clínica, siendo tan solo una potencial técnica funeraria de “enterramiento” adicional a las ya existentes. Para que fuera efectivo habría que congelar el organismo en vida, no cuando esté certificada ya la muerte clínica.
A la siguiente pregunta, de si son comparables la congelación de óvulos, el trasplante de órganos e incluso la clonación humana, con las técnicas en las que las empresas funerarias basan sus argumentos para creer en la potencial vida después de la muerte, Javier Cabo respondió de manera categórica que “no son para nada comparables y sus resultados no pueden ser extrapolables”. El intentar comparar la congelación de óvulos, con los trasplantes de órganos, o con la clonación humana, es un “auténtico dislate”, e indica el “desconocimiento total” de la persona que lo plantea acerca de lo que está hablando. “Es igual que intentar mezclar y querer comparar caballos con coches y aviones. Un auténtico sinsentido”, dijo.
Insistió en que la congelación de óvulos se realiza en “células vivas”, no muertas, y utiliza la criopreservación en su modalidad de vitrificación. Técnica de vitrificación que es una criopreservación ultrarrápida, que convierte el material congelado en un sólido amorfo similar al vidrio y carente de toda estructura cristalina, lo que evita la formación de cristales de hielo y la rotura de las membranas celulares. Literalmente se solidifica el órgano a -200 grados centígrados, parando totalmente el tiempo biológico.
Los trasplantes de órganos, como el de corazón por ejemplo, utilizan como donantes también “órganos vivos” protegidos con soluciones cardioplégicas, como protección miocárdica para inhibir la rotura de la creatinfosfoquinasa y la depleción de ATP (energía), junto con una protección tópica con frío local durante la fase donante, y también desde hace unos años, con el inicio de la “donación en asistolia controlada” de donantes en parada cardiorrespiratoria irreversible, se utiliza ECMO (oxigenación extracorpórea de membrana).
Además, más recientemente con el “revival” de los Xenotrasplantes de órganos de cerdo genéticamente modificados, se utiliza la ingeniería genética, para la manipulación de los corazones y riñones de cerdos donantes y poder obtenerlos genéticamente modificados.
Siendo la clonación humana, otra cosa totalmente distinta, pero también de “seres vivos”, donde se utiliza la ingeniería genética con la técnica CRISPR de repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas, de trozos (loci) de ADN que contienen repeticiones cortas de secuencias de bases nitrogenadas (adenina, citosina, timina y guanina).
Todas ellas, explicó el catedrático de la UDIMA, congelación de óvulos, el trasplante de órganos e incluso la clonación humana, técnicas diferentes realizadas en células, tejidos y órganos “totalmente vivos”, a diferencia de la criogenización, “técnica que se realiza en cadáveres y cerebros aislados”, es decir en células y órganos sin vida, donde se realiza una “congelación de algo totalmente muerto”, con “posibilidades de viabilidad celular mínimas y sin posibilidad real de resucitación posterior efectiva”.
A la siguiente pregunta de Risto Mejide acerca de qué es lo que pasa con los cuerpos fallecidos cuando los someten a la práctica de la criogenización, el doctor Cabo afirmó también de forma categórica, que “dichos cadáveres siguen igual de muertos que cuando fallecieron, pero cada vez en peor estado a nivel celular”, ya que durante el proceso de congelación realizado para la criogenización, se necesitan altas dosis de anticongelantes como el etilenglicol y dimetilsulfoxido, que son tóxicos celulares.
Javier Cabo afirmó que la exposición de estos cadáveres y cerebros aislados a altas concentraciones de estas soluciones anticongelantes causa graves alteraciones de los flujos de membrana a nivel celular, que originan cambios en el volumen celular y un gran estrés osmótico.
Además, estas moléculas crioprotectoras en altas cantidades, necesarias para el proceso de criogenización, interactúan con los lípidos de la membrana celular y ocasionan alteraciones de la permeabilidad de la membrana celular. Membranas celulares que con este proceso se someten a una transición de fase termotrópica y lipotrópica durante el enfriamiento, causando una alteración de la función de barrera, haciéndose las membranas permeables para aquellas moléculas a las que normalmente no son permeables. Esto ocasiona una indeseable entrada de sodio al interior de la célula (intracelular) y una salida de potasio al exterior de la célula, al liquido extracelular, produciéndose una liberación de proteínas apoptóticas en las mitocondrias que provocan la muerte celular.
Para finalizar, Javier Cabo mencionó que se ha comprobado mediante estudios de microscopía electrónica y análisis morfométricos, que después de un período de tiempo de tan solo dos horas de isquemia caliente, tras el fallecimiento, el daño celular ya se puede objetivar en el 37% de las células del cuerpo, sobre todo daño más acusado a nivel de las células neuronales, que son las más débiles y desprotegidas. Porcentaje de destrucción celular que aumenta hasta un 70% tras un período de isquemia de tan solo cuatro horas.
Como es fácil de apreciar, daños celulares a muy corto plazo, imposibles de evitar a no ser que en el momento de la muerte se encuentre un equipo preparado para realizar las técnicas de criogenización, “cosa totalmente muy difícil, por no decir inviable e improbable”.
A estas observaciones también hay que añadir, mencionó Javier Cabo, los estudios a nivel mundial en los que se ha puesto de manifiesto mediante cromatografía de alta afinidad, la existencia de una depleción de nucleótidos de adenina, que, junto con la timina, citosina, guanina y uracilo, son las cinco bases nitrogenadas componentes del ADN y ARN celular del individuo, quedando por lo tanto los componentes celulares del cadáver en una situación de teórico total agotamiento que impide la regeneración celular, haciendo la células más susceptibles a un ulterior daño de isquemia durante la fase de reperfusión en la fase de descongelado.
Fase esta de descongelado que es, encima, la más crítica del proceso de criogenización y cuando se producen las roturas de las membranas celulares y la muerte celular debido a los cristales formados como consecuencia de que el líquido intracelular, se congela y se crean cristales de hielo, cristales que al ser el hielo de menor densidad que el agua líquida ocupa más espacio rompiendo las membranas celulares creando un daño tisular irreversible incompatible con la integridad celular y con la vida celular.
Además, cada órgano es un mundo aparte y todavía no se sabe a ciencia cierta cuál es la fórmula adecuada para cada órgano en función de sus características celulares, bioquímicas y físicas estructurales como la masa y el peso. Cada órgano necesita unas determinadas temperaturas y unos determinados tiempos tanto de enfriamiento como de calentamiento para que el proceso sea el más adecuado, por lo que en principio parece difícil el poder conseguir la fórmula mágica que funcione para todos los órganos del organismo de manera adecuada.
Otro punto negativo, y que va en contra de la práctica y potencial utilidad de la criogenización de estos cadáveres, con previsión de almacenaje en un horizonte temporal indefinido, y a largo plazo, “como el que venden estas empresas”, es el hecho comprobado de que las bajas temperaturas alcanzadas por el nitrógeno líquido durante el almacenamiento del material biológico criopreservado, puede preservar la viabilidad celular, pero no de una manera indefinida.
Se ha visto, analizando tejido biológico “vivo” almacenado en nitrógeno líquido durante un período de tiempo superior a los 15 años, que, en un porcentaje directamente proporcional al tiempo de exposición al nitrógeno líquido, este material biológico se transforma en inviable a nivel de vida celular y muere de manera irreversible.
Estos hechos, a juicio del doctor Cabo, deberían abrir un debate acerca de cuáles deben de ser los límites del periodo de tiempo de almacenamiento de material biológico en nitrógeno líquido a -196 grados centígrados (pensando sobre todo en la discutida viabilidad y utilidad de la criopreservación del cordón umbilical a largo plazo) y debería cambiar el termino de “almacenamiento indefinido” por uno de un horizonte temporal mucho más corto y delimitado que podría estar en torno a los 15 años.
Por lo tanto, como conclusión de todo esto, en palabras del doctor y profesor de la UDIMA, Javier Cabo, se puede afirmar que las empresas funerarias que se dedican a la criogenización de cadáveres, “están ofertando y vendiendo falsas esperanzas de una hipotética resurrección mediante el procedimiento de la congelación del cadáver, o incluso peor todavía, mediante la congelación del cerebro humano aislado (lo que estas empresas funerarias denominan de manera eufemística ‘neuropreservación’, y su posterior almacenaje en sus ‘nuevos sarcófagos’ llenos de nitrógeno líquido a -196 grados centígrados”.
Todo ello, insistió, “es un total sinsentido, no existiendo evidencia científica alguna” que avale que dichos procedimientos de criogenización de “organismos muertos” posibiliten la capacidad posterior de revertir dichos organismos previamente muertos a la vida. Procedimientos que, juzgó, “entran dentro del mundo fantástico de la criónica y de la ciencia ficción, llegando a hablar incluso de hipotéticas e imposibles reconexiones neuronales quirúrgicas, del tronco medular seccionado, reparaciones mediante nanotecnología y regeneraciones neuronales, científicamente inviables, con la falsa posibilidad potencial de ciencia ficción de transformación del cerebro después de horas de la persona muerta y congelada unirlo a una máquina, transformándolo en un hipotético cyborg”.
En definitiva, como afirma Cabo, todas estas conclusiones están avaladas por los estudios científicos presentados en las reuniones y congresos anuales de la Sociedad Internacional de Criobiología (Cryobiology) y que demuestran que, a día de hoy, “no hay ninguna de utilidad clínica demostrada en la congelación y criogenización de cadáveres”, confirmando que los “muertos congelados” seguirán siendo siempre “restos mortales de humanos” cada vez en peor estado a nivel orgánico, tanto más cuanto más tiempo pase desde su fecha de fallecimiento.
Como menciona Cabo en su metáfora: “Si congelamos un solomillo en mal estado orgánico, y encima lo congelamos añadiéndole una sustancia tóxica, al descongelarlo no podemos esperar encontrarnos con un solomillo en perfectas condiciones organolépticas, sino un solomillo “más podrido” y en unas condiciones nefastas”.
De hecho, a su juicio, es un tema de reflexión y desconfianza el pensar por qué después de más de 57 años que llevan estas empresas funerarias congelando y almacenando cadáveres, no se ha intentado descongelar todavía el primero de ellos, no de manera accidental como sucedió con las primeras unidades, con resultados nefastos, sino con fines directos de valorar el resultado final de este experimento a nivel práctico.
Como se ve, la criogenización de cuerpos y cerebros de personas muertas, es decir organismos sin vida, se aleja totalmente del mundo de la ciencia y entra dentro del campo de la fantasía. La técnica de criogenización de cadáveres no tiene nada que ver con las técnicas de criopreservación y vitrificación celular y tisular de células y tejidos vivos.
Criopreservacion y Vitrificacion que tiene como objetivo el mantenimiento de la viabilidad y función celular a bajas temperaturas, por lo general, entre –133 °C a –196 °C, que es el punto de ebullición del nitrógeno. Técnicas del campo médico que se vienen utilizando desde hace décadas, en la fertilización in vitro para la conservación biológica de pequeñas células o grupos celulares, como óvulos, espermatozoides, embriones y células madre, todas ellas células vivas.
Por el contrario, la técnica de criogenización de cadáveres es simplemente una “técnica funeraria” más, que si se quiere aceptar a nivel legal por las autoridades mortuorias, se puede añadir a las técnicas funerarias habituales existentes de enterramiento y cremación, “pero dejando claro que es una técnica funeraria más, sin utilidad práctica clínica alguna, y con las desventajas de ser una técnica funeraria de realización compleja y muy cara, una técnica funeraria que repercute negativamente a nivel ambiental y del cambio climático, y técnica funeraria que repercute también negativamente a nivel social participativo, al reducir el uso de los potenciales órganos donantes de los cadáveres congelados, evitando ser utilizados dichos órganos de los muertos como potenciales donantes para la realización de trasplantes”.
Técnica funeraria de criogenización, añade el doctor Cabo, “similar a la antigua técnica de momificación utilizada en el antiguo Egipto, y que como vemos además de ser muy cara no produce coste-beneficio, coste-efectividad ni coste-utilidad positivo alguno”.
La intervención del doctor Javier Cabo en Cuatro Televisión comienza a las 2 horas y 1 minuto del programa clicando en este enlace